jueves, 11 de septiembre de 2008

Denise Dresser: Normalidad anormal

Mexicanos que se matan los unos a los otros, que se burlan los unos a los otros, que se discriminan entre sí.

En México estos días ya todo es normal. Rutinario. Parte del paisaje. La violencia cotidiana en Ciudad Júarez y las muertas que produce. La impunidad rampante y los cadáveres que permite. La caricatLaura de "Memín Pinguín" y las defensas hiper-nacionalistas que engendra.

La discriminación hacia los que son diferentes y el recelo oculto que revela. Todos los días, a todas las horas, en todos los lugares: los ojos cerrados. Cerrados frente a miles de mujeres acechadas, hombres perseguidos, mexicanos maltratados.

Mexicanos que se matan los unos a los otros, que se burlan los unos a los otros, que se discriminan entre sí. Pensando que eso es normal.

Pensando que así es la vida. Que así es el país. Que la violencia y el odio y la homofobia y el racismo no son motivos de alarma. Que no son problemas profundos que requieren soluciones urgentes.

Que la sociedad sólo enfrenta divisiones de clase más no de raza o de género o de preferencia sexual. Que México no es Estados Unidos, ese país "históricamente excluyente y cargado de racismo". Que México no tiene por qué ser sensible a las denominaciones raciales porque nunca ha sido un país racista.


Nunca ha sido un país excluyente. Nunca ha sido un país intolerante. Dicen aquellos que se erigen en defensores de la caricatura de un hombre negro y lo que representa. Dicen aquellos que ignoran los códigos de conducta del lugar que habitan.

Porque esos argumentos ignoran a millones de mexicanos forzados a vivir a la intemperie. Sin la protección de la ley. Sin el paraguas de la igualdad. Sin el cobertor de la ciudadanía. Sin el arropo de los derechos civiles.

Hostigados por depredadores sexuales, mutilados por secuestradores, asaltados por hombres abusivos, asesinados por su género o su edad o su etnia. Millones de mujeres que viven la violencia y millones de indígenas que padecen la discriminación. Miles de homosexuales que enfrentan la homofobia y miles de discapacitados que sufren el rechazo.

Cifra tras cifra, dato tras dato, expediente tras expediente: allí está la realidad de un país violento, de un país asustado, de un país intolerante.

Un país donde más de 600 personas han muerto en la frontera durante el último año. Donde la violencia se ha adueñado de las calles y las conciencias. Donde las leyes son parte del problema y no su solución. Donde pararse en un alto después de la medianoche produce temor.

Donde millones viven mirando de reojo, cuidándose las espaldas. Donde según lo revela la Encuesta Nacional sobre la Discriminación, 48.4 por ciento de la población no permitiría que en su casa vivieran homosexuales. Donde 42.1 por ciento no permitiría que vivieran extranjeros. Donde 38.3 por ciento rechaza a las personas con ideas diferentes a las suyas.

Donde muchos mexicanos temen a los "otros" por su raza o su color de piel. Donde todo esto es percibido como normal.

La normalidad cotidiana de los asesinatos y los secuestros y las muertas de Juárez. La rutina recalcitrante de los cadáveres encontrados y los policías ajusticiados. El miedo compartido de quienes caminan en las calles de Nuevo Laredo y Ciudad Juárez.

La noción apoyada por 1 de cada 5 mexicanos a quienes les parece "natural" que a las mujeres se les prohiban más cosas que a los hombres. La experiencia común de la violencia familiar.

Los ojos cerrados frente a la pobreza desgarradora. El uso extendido de expresiones derogatorias como "indio" y "naco" y "vieja" y "gata" y "nahual". El odio en las calles y en las casas. Los puños alzados, las pistolas desenfundadas, las miradas esquivas.

Pero esta realidad no agravia lo suficiente. No indigna lo suficiente. No produce los cambios necesarios y las reformas imprescindibles. Porque México vive la anormalidad como algo normal.
Porque las mayorías complacientes ignoran a las minorías marginadas. Porque la peor violencia la padecen los pobres. Porque las mujeres son vistas como ciudadanas de segunda categoría. Porque los indígenas son ignorados hasta que el subcomandante Marcos manda comunicados sobre su condición.

Porque México se cubre los ojos con la máscara de los mitos. Esos mitos fundacionales; esos mitos definitorios. El mito del país mestizo, incluyente, tolerante. El mito del país que es clasista más no racista. El mito del país que abolió la esclavitud y con ello eliminó la discriminación.

El mito del país progresista donde un indio zapoteca pudo ser presidente. El mito del país con instituciones sólidas que vigilan el interés público.

Esas ficciones indispensables, esas ideas aceptadas: el mestizaje civilizador, la violencia redentora, el indio noble, la mujer como Madre Patria, la revolución institucionalizada, el pasado glorioso.

Esas medias verdades que son como bálsamo, como ungüento. Que permiten el perdón de los pecados y la realidad intachable. La realidad aceptable. La realidad "normal". La realidad de un país que no quiere confrontarla. Que se precia de sus buenos modales y su gentileza.

Donde nadie nunca dice "no". Donde todos se besan en la mejilla y se apuñalan en la espalda. Donde el presidente declara que fue "malentendido" cuando se refirió a "los negros" como lo hizo. Donde nadie nunca se declara homofóbico o racista o machista o en favor de la violencia. Donde muchos por acción u omisión lo son y lo están.

Y el pequeño escándalo desatado por "Memín Pingüín" lo revela. La intelligentsia mexicana se levanta embravecida a defender el honor nacional. A defender a la Patria frente a una nueva agresión estadounidense. A decir que México no es racista contra los negros y nunca lo ha sido. A explicar que hoy no hay negros precisamente porque se mezclaron tan bien; porque fueron tan aceptados, tan queridos, tan elogiados. Y por eso se les conmemora con una caricatura.

Con un dibujo divertido que, según dicen, de ninguna manera refuerza los estereotipos negativos que los negros han peleado tanto por combatir. Con un timbre que, según argumentan, no tiene nada de ofensivo. Nada de anti-democrático. Nada de anormal.

Pero ese es el problema. La "normalidad" en México es la "anormalidad" en otras partes. En otros países verdaderamente multiculturales, con políticas públicas que también lo son. En otros sistemas políticos que promueven los derechos y la dignidad de sus minorías.

En otras sociedades con estándares de "corrección política" que en México parecen risibles, pero tienen razón de ser. Las reglas escritas y no escritas, que protegen a los negros y a las mujeres y a los homosexuales y a los indígenas y a los discapacitados tienen razón de existir. Están allí para asegurar todos los derechos para todos. Para prevenir las burlas y los albures y los linchamientos y la violencia. Para crear un país de ciudadanos iguales frente a la ley, al margen de la edad, el género, el grosor de sus labios, el color de su piel, el origen de sus padres, el camino andado.

En México todavía es posible reírse de la fisonomía de los negros; todavía es posible burlarse de la forma de hablar de los indios; todavía es posible descalificar a personas por su nacionalidad; todavía es posible despedir de un trabajo a empleadas embarazadas; todavía es posible discriminar a los discapacitados; todavía es posible matar a una mujer sin recibir un castigo por ello.

Todavía es posible. Todavía es permisible. Todavía es justificable. Se vale. Por la historia o por la tradición o por la cultura o por el ánimo de hacer reír o por la excepcionalidad. Como México no hay dos, dicen. Como "Memín Pingüín" no hay dos; es una creación específicamente mexicana y debe ser apreciada como tal, reiteran.

Pero en lugares donde hay poblaciones negras de peso, ese argumento no sería válido. En democracias liberales con minorías representadas y participativas, esa justificación no lo sería. Alguien con sensibilidad democrática y ánimo cívico hubiera parado la publicación del timbre por considerarlo ofensivo, lastimoso, innoble. Tan ofensivo como la caricatura de un judío con la nariz grande, de un árabe con la piel acaramelada, de un chino con los ojos restirados, de un homosexual con ademanes femeneizados, de una mujer voluptuosa y semi-desnuda.

Tan ofensivo como cualquier clasificación basada en los rasgos distintivos y no en los derechos compartidos. Y si la caricatura en realidad no tiene ninguna carga tras de sí; si de verdad no revela más que el negrito grabado en ella, pues México debería exigir la reciprocidad.

Debería exigir su propio timbre en Estados Unidos. Uno con la efigie del indio pequeño con el sombrero grande, sentado bajo un cactus tomando la siesta. Porque según la lógica de los defensores de "Memín Pingüín", tampoco alimentaría un estereotipo. O si?


Denise Dresser: Normalidad anormalMexicanos que se matan los unos a los otros, que se burlan los unos a los otros, que se discriminan entre sí.
En México estos días ya todo es normal. Rutinario. Parte del paisaje. La violencia cotidiana en Ciudad Júarez y las muertas que produce. La impunidad rampante y los cadáveres que permite. La caricatLaura de "Memín Pinguín" y las defensas hiper-nacionalistas que engendra.

La discriminación hacia los que son diferentes y el recelo oculto que revela. Todos los días, a todas las horas, en todos los lugares: los ojos cerrados. Cerrados frente a miles de mujeres acechadas, hombres perseguidos, mexicanos maltratados.

Mexicanos que se matan los unos a los otros, que se burlan los unos a los otros, que se discriminan entre sí. Pensando que eso es normal.

Pensando que así es la vida. Que así es el país. Que la violencia y el odio y la homofobia y el racismo no son motivos de alarma. Que no son problemas profundos que requieren soluciones urgentes.

Que la sociedad sólo enfrenta divisiones de clase más no de raza o de género o de preferencia sexual. Que México no es Estados Unidos, ese país "históricamente excluyente y cargado de racismo". Que México no tiene por qué ser sensible a las denominaciones raciales porque nunca ha sido un país racista.


Nunca ha sido un país excluyente. Nunca ha sido un país intolerante. Dicen aquellos que se erigen en defensores de la caricatura de un hombre negro y lo que representa. Dicen aquellos que ignoran los códigos de conducta del lugar que habitan.

Porque esos argumentos ignoran a millones de mexicanos forzados a vivir a la intemperie. Sin la protección de la ley. Sin el paraguas de la igualdad. Sin el cobertor de la ciudadanía. Sin el arropo de los derechos civiles.

Hostigados por depredadores sexuales, mutilados por secuestradores, asaltados por hombres abusivos, asesinados por su género o su edad o su etnia. Millones de mujeres que viven la violencia y millones de indígenas que padecen la discriminación. Miles de homosexuales que enfrentan la homofobia y miles de discapacitados que sufren el rechazo.

Cifra tras cifra, dato tras dato, expediente tras expediente: allí está la realidad de un país violento, de un país asustado, de un país intolerante.

Un país donde más de 600 personas han muerto en la frontera durante el último año. Donde la violencia se ha adueñado de las calles y las conciencias. Donde las leyes son parte del problema y no su solución. Donde pararse en un alto después de la medianoche produce temor.

Donde millones viven mirando de reojo, cuidándose las espaldas. Donde según lo revela la Encuesta Nacional sobre la Discriminación, 48.4 por ciento de la población no permitiría que en su casa vivieran homosexuales. Donde 42.1 por ciento no permitiría que vivieran extranjeros. Donde 38.3 por ciento rechaza a las personas con ideas diferentes a las suyas.

Donde muchos mexicanos temen a los "otros" por su raza o su color de piel. Donde todo esto es percibido como normal.

La normalidad cotidiana de los asesinatos y los secuestros y las muertas de Juárez. La rutina recalcitrante de los cadáveres encontrados y los policías ajusticiados. El miedo compartido de quienes caminan en las calles de Nuevo Laredo y Ciudad Juárez.

La noción apoyada por 1 de cada 5 mexicanos a quienes les parece "natural" que a las mujeres se les prohiban más cosas que a los hombres. La experiencia común de la violencia familiar.

Los ojos cerrados frente a la pobreza desgarradora. El uso extendido de expresiones derogatorias como "indio" y "naco" y "vieja" y "gata" y "nahual". El odio en las calles y en las casas. Los puños alzados, las pistolas desenfundadas, las miradas esquivas.

Pero esta realidad no agravia lo suficiente. No indigna lo suficiente. No produce los cambios necesarios y las reformas imprescindibles. Porque México vive la anormalidad como algo normal.
Porque las mayorías complacientes ignoran a las minorías marginadas. Porque la peor violencia la padecen los pobres. Porque las mujeres son vistas como ciudadanas de segunda categoría. Porque los indígenas son ignorados hasta que el subcomandante Marcos manda comunicados sobre su condición.

Porque México se cubre los ojos con la máscara de los mitos. Esos mitos fundacionales; esos mitos definitorios. El mito del país mestizo, incluyente, tolerante. El mito del país que es clasista más no racista. El mito del país que abolió la esclavitud y con ello eliminó la discriminación.

El mito del país progresista donde un indio zapoteca pudo ser presidente. El mito del país con instituciones sólidas que vigilan el interés público.

Esas ficciones indispensables, esas ideas aceptadas: el mestizaje civilizador, la violencia redentora, el indio noble, la mujer como Madre Patria, la revolución institucionalizada, el pasado glorioso.

Esas medias verdades que son como bálsamo, como ungüento. Que permiten el perdón de los pecados y la realidad intachable. La realidad aceptable. La realidad "normal". La realidad de un país que no quiere confrontarla. Que se precia de sus buenos modales y su gentileza.

Donde nadie nunca dice "no". Donde todos se besan en la mejilla y se apuñalan en la espalda. Donde el presidente declara que fue "malentendido" cuando se refirió a "los negros" como lo hizo. Donde nadie nunca se declara homofóbico o racista o machista o en favor de la violencia. Donde muchos por acción u omisión lo son y lo están.

Y el pequeño escándalo desatado por "Memín Pingüín" lo revela. La intelligentsia mexicana se levanta embravecida a defender el honor nacional. A defender a la Patria frente a una nueva agresión estadounidense. A decir que México no es racista contra los negros y nunca lo ha sido. A explicar que hoy no hay negros precisamente porque se mezclaron tan bien; porque fueron tan aceptados, tan queridos, tan elogiados. Y por eso se les conmemora con una caricatura.

Con un dibujo divertido que, según dicen, de ninguna manera refuerza los estereotipos negativos que los negros han peleado tanto por combatir. Con un timbre que, según argumentan, no tiene nada de ofensivo. Nada de anti-democrático. Nada de anormal.

Pero ese es el problema. La "normalidad" en México es la "anormalidad" en otras partes. En otros países verdaderamente multiculturales, con políticas públicas que también lo son. En otros sistemas políticos que promueven los derechos y la dignidad de sus minorías.

En otras sociedades con estándares de "corrección política" que en México parecen risibles, pero tienen razón de ser. Las reglas escritas y no escritas, que protegen a los negros y a las mujeres y a los homosexuales y a los indígenas y a los discapacitados tienen razón de existir. Están allí para asegurar todos los derechos para todos. Para prevenir las burlas y los albures y los linchamientos y la violencia. Para crear un país de ciudadanos iguales frente a la ley, al margen de la edad, el género, el grosor de sus labios, el color de su piel, el origen de sus padres, el camino andado.

En México todavía es posible reírse de la fisonomía de los negros; todavía es posible burlarse de la forma de hablar de los indios; todavía es posible descalificar a personas por su nacionalidad; todavía es posible despedir de un trabajo a empleadas embarazadas; todavía es posible discriminar a los discapacitados; todavía es posible matar a una mujer sin recibir un castigo por ello.

Todavía es posible. Todavía es permisible. Todavía es justificable. Se vale. Por la historia o por la tradición o por la cultura o por el ánimo de hacer reír o por la excepcionalidad. Como México no hay dos, dicen. Como "Memín Pingüín" no hay dos; es una creación específicamente mexicana y debe ser apreciada como tal, reiteran.

Pero en lugares donde hay poblaciones negras de peso, ese argumento no sería válido. En democracias liberales con minorías representadas y participativas, esa justificación no lo sería. Alguien con sensibilidad democrática y ánimo cívico hubiera parado la publicación del timbre por considerarlo ofensivo, lastimoso, innoble. Tan ofensivo como la caricatura de un judío con la nariz grande, de un árabe con la piel acaramelada, de un chino con los ojos restirados, de un homosexual con ademanes femeneizados, de una mujer voluptuosa y semi-desnuda.

Tan ofensivo como cualquier clasificación basada en los rasgos distintivos y no en los derechos compartidos. Y si la caricatura en realidad no tiene ninguna carga tras de sí; si de verdad no revela más que el negrito grabado en ella, pues México debería exigir la reciprocidad.

Debería exigir su propio timbre en Estados Unidos. Uno con la efigie del indio pequeño con el sombrero grande, sentado bajo un cactus tomando la siesta. Porque según la lógica de los defensores de "Memín Pingüín", tampoco alimentaría un estereotipo. O si?


http://www.noroeste.com.mx/opinion.php?tipo=1&id=2704


Cine racista

URGENTE!

Olallo Rubio

De acuerdo con John Ridley, de la National Public Radio de Estados Unidos, este verano estuvo lleno de películas racistas. Por ejemplo: Jack Black haciendo la voz de un oso chino en Kung Fu Panda.

Los productores decidieron castear a un occidental para interpretar a uno de los símbolos más venerados de China, y Lucy Liu y Jackie Chan sólo obtuvieron papeles de apoyo con menos de cinco líneas cada uno.

Hollywood también entregó a personajes como el que interpretó Mike Myers entreteniéndose a sí mismo y caricaturizando a estereotipos de India.

Hubo un superhéroe afroamericano interpretado por Will Smith, pero era abusivo, grosero y alcohólico. ¿Al final hubo redención? Sí, pero de todos modos no era apta para niños, así que el único superhéroe de color al que tuvieron acceso los infantes fue Hulk.

De las 36 cintas estrenadas a escala nacional en Estados Unidos durante el verano (del 2 de mayo al 22 de agosto) sólo cuatro tuvieron a algún miembro de una minoría en el reparto (y no podemos contar a Robert Downey Jr., que hace el papel de un australiano que se transforma en negro en Tropic thunder).

Eso quiere decir que en este momento de la historia, en el cual hay un candidato afroamericano a la presidencia de Estados Unidos, los negros siguen siendo secundarios en Hollywood.

Pero el racismo y la discriminación contra los afroamericanos no es nada comparado con la representación de los árabes en el cine gringo. En películas como Iron Man, los individuos de Oriente Medio son estereotipos unidimensionales que actúan como retrasados mentales.

¿Y en México? ¿Hay discriminación en el cine nacional? Claro, México es un país dividido racialmente mucho más de lo que parece superficialmente.

Los indios de México jamás aparecen en una película. En todo caso son explotados como una curiosidad exótica para festivales europeos. El cine producido en México generalmente proyecta la ignorancia, la inocencia y los complejos de aquellos involucrados en el guión y la producción.

Por ejemplo, una cinta como Déficit, dirigida y protagonizada por Gael García Bernal, pretende hacer una crítica social enfocada en el racismo y las diferencias de clases, pero termina siendo una cinta racista sobre “un grupo de chavos fresas echando la flojera en Tepoztlán y burlándose de la servidumbre”. ¿Y qué más? ¡Nada más! Gael García es el hijo de un político corrupto que se pelea con su sirviente y termina gritándole: “¡Suéltame, pin… indio!”

La extensión cinematográfica de la televisión chatarra siempre recurre a personajes de clase media alta con conflictos aspiracionales, pero ridículamente tercermundistas, un reflejo de las inseguridades de la sociedad mexicana. “¡No vayan a pensar que soy un naco!”

El día que nos aceptemos como somos tendremos un cine auténtico; mientras tanto, tendremos puras películas que pretenden disfrazar a México de algo que no es.


http://www.exonline.com.mx/diario/columna/343381

miércoles, 30 de julio de 2008

Variedades del principio de exclusión

Carlos Monsivais
El Universal
27 de julio de 2008

¿Qué es incluir y qué es excluir? Si tú no lo sabes, nunca has sido excluido, podría ser la reflexión inmediata. Ejemplo: las decisiones sobre temas urgentes, problemas catastróficos, modos de la calidad de vida, se toman por la clase gobernante, si acaso 1% de la población, o mucho menos, como se ve ahora con la reforma energética.

Si concedemos, por puro afán retórico, que las decisiones que favorecen y auspician la privatización de Pemex (¡no!, me retracto de inmediato, ya sé que no es privatización, sino gestos de buena voluntad de dos partidos probos a las petroleras del mundo y a los inversionistas nacionales) son tomadas en el país, las toman unos cuantos, los mismos empeñados en difamar a la oposición porque, es obvio, no quiere el bien de México.

Internacionalmente, inclusión y exclusión se han añadido al conjunto reducido y primordial de las palabras clave. La derecha no les encuentra utilidad, tal vez porque no considera la existencia de excluidos, sino la presencia difusa de los jamás dignos de inclusión. La izquierda partidaria, que sí los toma en cuenta, sólo en unos cuantos temas ha logrado precisar su búsqueda de las inclusiones.

En esa materia lo principal depende de los criterios de raza y clase. Por definición, indígenas y pobres jamás son incluibles: sujetos de consideración, titulares de derechos y gozadores de la falta de obligaciones. Ahora la novedad es el declive de sectores muy amplios de clase media que gozaban de la franquicia, la apariencia modesta de inclusión, y que de un tiempo para acá conocen las frustraciones.

Si tú quieres, puedes revisar las publicaciones de sociales con la ilusión de añadirte a la élite por contagio óptico. (Antes, usaba el usted, pero me di cuenta que esa táctica respetuosa empolvaba mi origen.) Y el impacto es radical: si no naciste dentro, te será casi imposible entrar. ¿Y para qué querrías meterte si nadie te conoce, no sabes de los ritos de confirmación (fiestas, cocteles, celebraciones del fin del bachillerato en lugares exclusivos con video a cargo de los que ya terminan una etapa de su vida, tan gloriosa como las siguientes), carecerás del ritmo vital, caminarás como si no fueras en dirección al aeropuerto, no sonreirás como en pose de grupo cuando estés solo? Recuérdalo y recuérdaselo a los que aún creen en la autoayuda: los apellidos, si se les sabe hacer crecer en consejos de administración y bodas para multitudes selectas, se vuelven dinastías y éstas ocupan los lugares centrales de la inclusión. ¿Para qué quieres hacerla si vas a ser el primer triunfador de tu familia? ¿Qué caso tiene esforzarse por llegar cuando tienes las maneras del niño detenido frente al escaparate del restaurante de lujo el día de Navidad?

* * *

A un incluido desde siempre no se le nota el deseo de figurar sino el desprecio por los que quieren figurar por su propio esfuerzo. A lo mejor lo que digo suena a rencor social y sería lo último que me gustaría, porque si dejo ver el rencor social comprometo mi gana de incluirme. Esto podría sonar cínico si no fuera tan póstumo. Los ya no incluidos podrán acumular méritos o deméritos pero les falta lo que es ahora central, ese aspecto victorioso que viene de las fotografías de grupo desde niños, que se afina en los Halloweens y los garden parties, que convierte a los DJ’s en los antologadores del sonido vital, que no desperdicia la oportunidad de viajar para llegar por fin a la patria bienamada, esa que sólo se manifiesta cuando el contexto no deprime y, oh, diosa fortuna, cuando uno y una saben que la selección de las especies inicia en las reuniones donde la misma clase se felicita por la ausencia de intrusos.

Se unifican la apariencia y el vestuario (todos los chinos y todos los burgueses son iguales); se diversifican los sitios de veraneo, se simplifica el habla, se redondea la sonrisa, una sonrisa como lejanía en la cúspide, el sello de garantía de los que no necesitaron de trámites para verse incluidos.



http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/41072.html




miércoles, 9 de julio de 2008

Preocupa a la CDHDF racismo hacia extranjeros

Organización Editorial Mexicana
6 de julio de 2008

Redacción / El Sol de México

Ciudad de México.- El Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Emilio Alvarez Icaza manifestó su preocupación porque sólo uno de cada cinco mexicanos admitiría que un extranjero resida en el país, lo que refleja discriminación hacia las y los refugiados.

En el Informe Latinobarómetro 2007, se indicó que el 20 por ciento admitiría que extranjeros de la misma raza vengan a vivir a México; 22 por ciento estaría de acuerdo en que personas de países pobres lo hicieran; y 15 por ciento no estaría de acuerdo en que vinieran extranjeros de distinta raza.

El ombudsman capitalino indicó que el reto para la sociedad es reconocer la pluralidad cultural del país, que se enriquece con la integración de personas expulsadas de sus países de origen.

Emilio Alvarez Icaza lamentó, sin embargo, que el flagelo de la discriminación aún dificulte su integración en la sociedad mexicana.

http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n760207.htm

Matar a los pobres

Detrás de la Noticia
RICARDO ROCHA

Es por desgracia un deporte nacional. Tan sólo en los años recientes son numerosos los casos de matanzas contra mexicanos pobres: en junio de 1995, 17 campesinos fueron masacrados por la policía estatal de Guerrero en el vado de Aguas Blancas; dos años después, en Acteal, Chiapas, fueron asesinados 45 indígenas tzotziles entre niños, niñas, hombres y mujeres, siete de las cuales estaban embarazadas; de 2005 a la fecha están documentadas las ejecuciones de una decena de campesinos ecologistas y sus hijos menores, sobre todo en la sierra de Petatlán, en Guerrero; también perviven en el dolor de la memoria otras matanzas como las de El Charco y El Bosque en Chiapas o la de Agua Fría en Oaxaca.

Todas conllevan denominadores comunes: la brutalidad despiadada con que los asesinatos fueron cometidos; la injusticia o la justicia a medias en cada proceso; la eventual participación de agentes armados federales o estatales o, de plano, soldados. La misma violencia contra quienes han sido asesinados en retenes militares, que con las muertas de Juárez, las trabajadoras sexuales violadas en Castaños, Coahuila, o el infame caso de doña Ernestina Ascensio en Zongolica. Cierto, algunos de estos crímenes han provocado grandes escándalos en la opinión pública nacional. Sin embargo, hay una suerte de aceptación fatal de que es "natural" que ocurran estas cosas por los escenarios de miseria en que se producen. En pocas palabras: eso les pasa por ser pobres.

Así, estos hechos vergonzantes se dan en gobiernos de todo signo. Pero los olvidos llegan pronto. Y no se atienden jamás las causas profundas de estas desgracias. Por supuesto que la pobreza misma. Pero también dos mal enraizados sentimientos que solemos encubrir y disfrazar en este país: una profunda discriminación hacia los pobres y un feroz racismo hacia los indígenas. Por ello, ha resultado "natural" el desastre minero en el que 65 trabajadores quedaron sepultados para siempre por toneladas de roca y tierra, pero también por la negligencia y rapacidad de Minera México, que cuenta con todo el apoyo de las autoridades federales. Igualmente fue "normal" el aplastamiento de los de Atenco en 2006, que incluyó macanizas despiadadas, violaciones y vejaciones tumultuarias y hasta la muerte de un niño de 14 años.

En contraste, nos enteramos hace poco del operativo quirúrgico que hubo en Bandasha. Una discoteca para gente bien situada en Bosques de las Lomas sobre la que había denuncias de venta de alcohol y drogas a adolescentes. En lo que más parece una crónica de sociales se describe la llegada puntual de un centenar de agentes vestidos pulcramente de civil y equipo médico, que se apersonaron con todo comedimiento para detener muy amablemente a meseros y barmans acusados de corrupción de menores. El propio boletín oficial no tiene desperdicio: "Con estricto apoyo a los derechos fundamentales de los clientes, los servidores públicos que llevaron a cabo el operativo los conminaron a abandonar la discoteca a todos aquellos que acreditaran su personalidad con una credencial de identificación".

Me queda claro que los policías y soldados están entrenados para golpear y matar. Ahora incluso nos enteramos de que en el municipio panista de León los entrenan también para torturar. Lo que no sé es si los preparan para ser cuidadosos y amables con los ricos y güeritos, y todo lo salvajes que quieran con los prietos y pobres, como ellos, por cierto.

Lo que es indiscutible es que Bandasha no fue lo mismo que New's Divine

http://www.noticias-oax.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=4673&Itemid=39

lunes, 28 de abril de 2008

“Racismo y negligencia” en hospital coleto causó la muerte a una indígena de 72 años

Autoridades de salud zapatistas denuncian que médicos no atienden pronto a enfermos

■ Desdeñan diagnósticos de clínica La Guadalupana; hacen sufrir horas a pacientes de los Altos

Hermann Bellinghausen (Enviado)

La Jornada

San Cristóbal de las Casas, Chis., 26 de abril Las autoridades de salud autónomas de los Altos denunciaron negligencia y racismo en el hospital regional de esta ciudad coleta, la cual ya causó la muerte de la indígena Juana Guadalupe Gómez, de 72 años, por falta de atención de una evidente oclusión intestinal, el pasado día 11. Luego de tres días abandonada en el nosocomio y afectada por una peritonitis que los médicos no quisieron ver, falleció “por paro cardiaco” según el parte médico. Tan tan.

La coordinación de la clínica zapatista La Guadalupana, del caracol de Oventic, denunció hoy que “90 por ciento de los pacientes” que ha canalizado en las semanas recientes –en su propia ambulancia– al único hospital regional de los Altos, en San Cristóbal, recibe mala o nula atención.

Cada mes se remiten de 10 a 12 enfermos. Así han salvado muchas vidas de zapatistas y no zapatistas de los Altos, Ocosingo y Teopisca. Pero en los últimos meses, el personal médico del nosocomio gubernamental ha dejado de prestar atención. Revisando los casos más recientes que presenta la coordinación autónoma, se encuentra algo que va del racismo a la negligencia o la ignorancia. Y, peor todavía, la arrogancia.

Cuando es rebasada por alguna emergencia quirúrgica o de terapia intensiva, la clínica zapatista remite los pacientes al hospital público. Por regla, los envía acompañados por un un promotor de salud autónomo, que para sorpresa de los médicos de San Cristóbal, sabe cuál es el problema del enfermo, lleva análisis y conoce el tratamiento que necesitan.

“Tú qué sabes. ¿Dónde aprendiste?” –preguntan molestos a los indígenas, antes de echarlos del área clínica, desdeñando cualquier información que venga de ellos. Y como dicen los promotores de La Guadalupana: “si a nosotros, que tenemos preparación y somos zapatistas, nos tratan así, mucho peor tratan a los hermanos indígenas que no se pueden defender”.

En días recientes, enfermos indígenas de El Bosque, San Andrés, Simojovel y Teopisca, remitidos por los zapatistas, han sido maltratados o abandonados en el hospital regional de San Cristóbal. El 25 de abril, Miguel Díaz Pérez (41 años) llegó con una apendicitis aguda y bien diagnosticada que requería cirugía inmediata. Injustificadamente, lo hicieron esperar 12 horas, en las que pudo morir.

En el hospital no acostumbran explicar nada a los familiares o los enfermos indígenas, ni siquiera al darlos de alta. “Para qué, si no entienden”, han dicho al personal de salud autónomo. Por esa actitud, Florentino Ruiz López (5 meses), de El Bosque, estuvo al borde de una septicemia; llegó con diagnóstico de neumonía y los médicos dijeron que era asma, lo dieron de alta sin antibióticos y le receteraron nebulizaciones. “En la comunidad no hay nebulizador”, dijo el promotor a la médica, a lo que contestó: “pues que venga aquí diario”. Y él replicó: “como no tienen dinero, no van a poder; para venir pidieron prestado”. Y la médica insistió: “seguro allá hay un centro de salud”.

Ofendidos por la seguridad del promotor indígena, dos galenos le advirtieron: “ya no les vamos a recibir más pacientes si no vienen acompañados de un médico”.

Los miembros de la coordinación de La Guadalupana apuntan: “ninguna ley obliga a que un enfermo tenga que llegar acompañado por un médico para recibir atención”. Consideran además que el maltrato lo reciben también por ser zapatistas. Así que Abelardo Méndez Hernández (4 años) aulló de dolor casi un día entero –el 23 de abril–, con una oclusión urinaria por cálculos, ya que los médicos rechazaron el diagnóstico de los indígenas; luego fracasaron en poner al niño un catéter para vaciarle la vejiga, y se olvidaron de él. “La madre recibió sólo indiferencia, y al otro día tuvieron que meter a Abelardo de urgencia en el quirófano”, refiere un promotor.

Elerina Sánchez Méndez (45 años), de Simojovel, enferma de tuberculosis aguda, fue llevada en muy mal estado de Oventic al hospital, el 12 de abril, luego de un grave sangrado pulmonar (hemoptisis). La médica que recibió a Elerina en el hospital dijo con sarcasmo a los promotores: “¿por qué se preocupan tanto?, es normal que sangre mucho, tiene tuberculosis, pero está mejor que yo”.

Los promotores aclaran que éstos son sólo algunos de los casos recientes. Afirman que episodios así suceden ahora dos veces por semana. La coordinación de la clínica zapatista de Oventic teme por sus pacientes. “Cada día que pasa los tratan con más desprecio.”


http://www.jornada.unam.mx/2008/04/27/index.php?section=politica&article=009n1pol



sábado, 5 de abril de 2008

Denuncian paliza contra migrantes

Sacerdote asegura que militares y agentes de INM se sobrepasaron. También consideró que durante el operativo varias mujeres fueron abusadas sexualmente, ya que en una casa abandonada se encontró ropa interior y preservativos usados

María de Jesús Peters
El Universal
Sábado 05 de abril de 2008

TAPACHULA, Chis.— Mientras que en Chiapas se trata de evitar que se continúe maltratando a migrantes que ingresan al país por la frontera sur de México, en Oaxaca agentes federales impiden con operativos violentos que los que viajan en el tren de carga lleguen a la frontera con Estados Unidos, según denunciaron organismos defensores de Derechos Humanos.

El pasado lunes 31 de marzo en Oaxaca, medio centenar de agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) y de la Armada de México detuvieron de manera violenta a casi un centenar de indocumentados centroamericanos que viajaban en el ferrocarril de carga que se aseguró en Tapachula durante un seminario sobre migración.

El operativo se realizó en la comunidad Las Palmas, municipio de Niltepec, Oaxaca, donde los agentes federales sometieron a golpes a los migrantes que no pudieron darse a la fuga, dijo el sacerdote Hayman Vázquez Medina, director de la Casa del Migrante Hogar de la Misericordia de Arriaga, Chiapas, durante el seminario Migración, Derechos Humanos y Seguridad en la Frontera Sur: Retos y oportunidades.

La denuncia fue formulada ante el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes. “Los militares se metieron a las casas de los pobladores a sacar a los migrantes y sin importarles la presencia de los niños los golpeaban de manera brutal”, dijo.

Vázquez Medina también consideró que durante el operativo varias mujeres fueron abusadas sexualmente, ya que en una casa abandonada se encontró ropa interior y preservativos usados.

El seminario fue inaugurado por el gobernador de Chiapas Juan Sabines, quien anunció la creación de una fiscalía especial para atender las denuncias de los migrantes que transitan por Chiapas desde la frontera sur.

Durante los trabajos, Soberanes advirtió que la vulnerabilidad del migrante tiene diversas aristas, se sabe irregular y se siente marginado de la justicia, sufre abusos por carecer de documentos y por ello tampoco denuncia. “El migrante que sufre el abuso de una autoridad, suma al agravio de la injusticia, la sensación de impotencia”, añadió.


http://www.eluniversal.com.mx/primera/30751.html

jueves, 3 de abril de 2008

Ante el desprecio, los rarámuri proponen un gobierno propio

Evangelina Robles, Sierra Rarámuri, Chihuahua.
Hojarasca, 131
La Jornada

Más de 104 autoridades tradicionales y agrarias de las diferentes regiones de la Sierra Rarámuri, reunidos en su asamblea periódica, exigieron al gobernador de Chihuahua que retire de manera inmediata del lugar llamado el Divisadero-Barranca del Cobre un par de estatuas de perros chihuahueños vestidos como personas rarámuri, una como mujer cargando un “cachorro” y otra como hombre. El pueblo rarámuri está profundamente indignado y ofendido porque, como le dicen al gobernador, no son perros chihuahueños, son seres humanos con dignidad y respeto. El simple hecho de que las diversas instituciones y funcionarios del ayuntamiento, el Instituto de Cultura y la Secretaría de Turismo del gobierno chihuahuense hayan considerado como una buena decisión instalar estas estatuas en el lugar más emblemático y visitado por los turistas de México y el extranjero en la región rarámuri “es el símbolo que demuestra una vez más el desprecio y el racismo que existe por parte de nuestros gobernantes hacia los pueblos y civilizaciones originarios de este país”.

En la región rarámuri hablar de respeto, en cambio, es hablar de derechos indígenas, del territorio, de la historia, de las decisiones propias de las comunidades, del respeto mutuo, de la relación con el bosque, el agua, la tierra, el maiz. Es hablar del chapareque (un instrumento tradicional) y el nawésari (consejo de las autoridades), de los antiguos saberes de la medicina y la alimentación, del venado y la importancia del Siríame (el gobernador tradicional). Es hablar de la vida cotidiana de los pueblos originarios de México y el derecho a definir cómo quieren seguir viviendo.

Por eso, desde su reunión regional en la comunidad de Sisoguichi, los rarámuri mandan un saludo de solidaridad al pueblo wixárika, “hermanos que sufren de los mismos dolores, la invasión a sus territorios y a su vida comunitaria a través de la imposición de infraestructura carretera y turística al servicio de los depredadores de la madre naturaleza y sus recursos, el capital y los turistas, no de sus comunidades, no de sus necesidades, no de sus intereses colectivos”. Y terminan esta reunión diciendo que la única forma de defenderse de los atropellos y amenazas hacia sus territorios, recursos naturales y derechos colectivos es mantener sus desiciones propias, su gobierno, su manera de vivir y relacionarse con la madre tierra, el venado y el maiz.

En palabras de la autoridad rarámuri, Francisco Palma, “todos tenemos el mismo pensamiento aunque somos de diferentes pueblos. Hay muchas cosas que nos van atropellando: las leyes mestizas, las empresas, las autoridades de los blancos, los programas de gobierno.... son muchas cosas que no nos dejan seguir viviendo. Antes de la llegada de los españoles nosotros ya teníamos nuestros propios gobiernos, a través del conocimiento de la naturaleza ya nos gobernabámos”.


http://www.jornada.unam.mx/2008/03/17/oja131-raramuris.html


miércoles, 26 de marzo de 2008

Refugiados viven en la discriminación

Muchos de ellos ya se han naturalizado, pero por sus rasgos o color de piel les niegan el empleo. Autoridades admiten que sí se les relega, aunque es así en todas partes, dicen

TEXTOS LILIANA ALCÁNTARA
El Universal
Martes 25 de marzo de 2008

Eligieron a México como su patria. Los convenció su cercanía, pacifismo y la política de puertas abiertas. Pero algunos refugiados centroamericanos están decepcionados porque su vida en el país no es placentera, la discriminación a la que están sujetos les recuerda lo lejos que están de sus países. Sufren racismo y exclusión.

Para los haitianos, el color de su piel es la causa del rechazo y para los salvadoreños, guatemaltecos y hondureños sus rasgos físicos, la forma de vestir y hablar los condiciona a una vida que los hace sentir “menos”.

Por lo mismo, estos refugiados suelen sobrevivir en un principio de la caridad, luego de la venta callejera y el trabajo a destajo, porque los empleadores les suelen decir que las mejores oportunidades son para los mexicanos.

Tampoco han encontrado el espacio para denunciarlo. Si se quejan de la situación con amigos o vecinos se les cuestiona: “Si no están bien aquí, ¿por qué no se regresan a su país?”.

Muchos lo han pensado hasta el punto de empacar, pero de golpe los detiene el recuerdo de la guerra, las amenazas de muerte, la ausencia de amigos y familiares que no lograron escapar y fueron ejecutados, el olvido de los que se quedaron, la pérdida del sentido de pertenencia por la tierra que dejaron —en algunos casos desde hace más de 20 años—, la clara idea de que el lugar donde nacieron ya no es el mismo y los resentimientos.

La idea de ir a un tercer país tampoco ha sido la mejor pues el obstáculo del idioma y la cultura se imponen.

“De nada sirve naturalizarme”

“El hecho de obtener la naturalización tampoco ha sido ninguna garantía porque, a pesar de que nos hacen renunciar a nuestra propia nacionalidad, mucha gente nos dice que somos de los Maras, que no tenemos nada que hacer en México”, señala María Teresa Carranza, salvadoreña e integrante del grupo Monarcas de mujeres refugiadas.

Para la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), dependiente de la Secretaría de Gobernación, los refugiados no son discriminados por su condición, pues lo que enfrentan a diario son las barreras naturales que se presentan durante el proceso de integración a una comunidad nueva.

Desde su creación, en 2003, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha recibido dos quejas de refugiados que argumentan que fueron discriminados por empleadores al negarles el trabajo.

Un episodio en la vida de María Teresa Carranza es el que comparten miles de refugiados en el mundo. Era la década de los 80. Teresa era integrante de una organización de izquierda y por lo tanto, enemiga de las fuerzas armadas de El Salvador. En plena guerra civil uno de sus hijos de 16 años fue capturado.

Esa era la señal que le advertía que su vida y la del resto de su familia estaba amenazada. Así que salió una madrugada con los ojos bien abiertos para evitar ser sorprendida. “Me escondí en la orilla de un río durante 15 días hasta que mi organización consiguió una visa de México para mí y mis tres hijos”.

El permiso de estancia en México era por seis meses y tenía derecho a solicitar el estatus de refugiada, pero prefirió que la consideraran inmigrante “por que pensé que sería más fácil tener trabajo”.

El día en que finalmente recibió la aprobación del gobierno para adquirir la nacionalidad “me hicieron jurar que renunciaba a mi nacionalidad salvadoreña y me dolió pero tuve que aceptar”.

Ahora Teresa es mexicana desde 1982. Tiene credencial de elector, vota y hasta recibe la pensión que otorga a los adultos mayores el gobierno del Distrito Federal, pero alquila un pequeño anexo de dos cuartos donde se cuela la humedad y vive de la venta de artesanía.

Hace cinco años, junto con otras mujeres, creó la organización Monarcas.

“La creamos porque en el camino muchas mujeres son violadas, robadas y golpeadas y cuando llegan a México necesitan ayuda. Nosotras las asesoramos, les decimos a dónde acudir y les damos aliento, aunque muchas van a sobrevivir de milagro”, agrega Teresa.

Los actos de discriminación que dice Teresa que ha sufrido son las negativas de empleo, los señalamientos callejeros de que los centroamericanos son miembros de los Mara Salvatrucha y la falta de reconocimiento de sus derechos como mexicana naturalizada.

Aún así Teresa considera que “las peores formas de discriminación la viven las personas de raza negra, los haitianos y los africanos que también llegan a México con la esperanza de tener una vida digna”.

Hernick llegó a México el 15 de septiembre pasado, en plenas festividades patrias. Salió de Haití para salvar su vida, la de su hijo y sus suegros y para encontrarse con su esposo que llegó antes al país. Ella conoce poco de México y dice que es “bonito”, “pacífico” y “grande”, pero lamenta que su corta estancia sea, por el momento, casi una pesadilla.

Apenas habla el español, pero entiende las groserías que le han dicho.

“En la calle nos dicen pinches negros y nos ven de arriba a abajo como si estuviéramos sucios. Eso nos pone tristes. Son muy racistas, discriminan mucho aquí y por ignorancia”. Su hijo tiene 4 años y está en una estancia infantil del DIF. Su esposo, luego de diez meses de vivir en México, consiguió trabajo de mesero en un restaurante.

Katya Somohano, titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, considera que la integración a la sociedad mexicana depende de la historia personal de cada refugiado, pero rechazó que haya discriminación específica contra este sector de la población. “Sabemos que en México hay discriminación, pero por desgracia es una situación que se vive de forma general, no contra un grupo particular, ni en las dimensiones que ocurre en otros países”.

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/158397.html

`Pierre’ se adaptó, pero piensa irse

El Universal
Martes 25 de marzo de 2008

La historia de “Pierre” —quien pidió ocultar su nombre real como mecanismo de protección— es considerado por el gobierno mexicano como uno de los casos de éxito porque en sólo dos años ha sabido aprovechar las diferencias culturales y del idioma para integrarse a la vida mexicana.

En diciembre de 2005 llegó a México con una visa para permanecer en el país un mes. Luego, solicitó a la Secretaría de Gobernación que se le reconociera como refugiado y se lo autorizaron las autoridades.

Llegó sin hablar ni entender el español; sin embargo, aprendió por iniciativa propia y ahora da clases de francés —su idioma natal— en distintos colegios y de manera particular.

Señala que en dos ocasiones, a sus espaldas, ha recibido comentarios racistas, “pero los ignoro”.

Una vez, en la calle, le gritaron “negro” de manera despectiva, “pero lo tomé como un comentario de un desconocido que jamás vino a decírmelo de frente”.

En otra ocasión, un conocido de su ex novia dijo que de ser ella, no andaría con negros, “y tampoco me lo dijeron de frente, así que no me afectaron”.

Aunque sobrevivir en un país que le era ajeno no ha sido tan complicado para él, “el choque cultural es muy fuerte porque vengo de un país de las Antillas, pero soy africano”.

Por eso es que ha pensado en reunirse con sus familiares en Canadá o Estados Unidos. “Me iría para estar con mi gente”, dice. Considera que el acceder a las oportunidades depende de cada persona. “Uno puede encontrar las oportunidades en un país pobre o en un país rico, pero depende de uno si las tomas”, concluye “Pierre”.

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/158398.html

sábado, 15 de marzo de 2008

México es uno de los países que peor trata a migrantes: ONU

Afirmó que no hay probabilidad de que México y Estados Unidos lleguen a un acuerdo migratorio debido a que el tema en Washington lo maneja como política doméstica el Congreso

EFE
El Universal
Ciudad de México
Sábado 15 de marzo de 2008



La relator especial de los Derechos Humanos de la ONU sobre los Migrantes, Jorge Bustamante, alertó hoy sobre la desintegración de miles de familias mexicanas que tienen hijos estadounidenses, un fenómeno nuevo y debido a la creciente deportación de mexicanos indocumentados desde Estados Unidos.

Bustamante dijo que no hay datos sobre cuántas familias se han desintegrado por esta política de EU de redadas policiales contra los migrantes indocumentados, pero citó que el año pasado fueron deportadas 100 mil familias mexicanas, sin poder precisar cuántas de ellas tenían hijos estadounidenses.

El relator, quien hoy concluye una visita a México de cinco días durante la cual se entrevistó con altos funcionarios y viajó a ciudades fronterizas con Estados Unidos y Guatemala, dijo que es nuevo para México el fenómeno de padres mexicanos con hijos estadounidenses que desconocen el país e incluso el español y sufren desajustes emocionales.

Uno de los casos más emblemáticos es el de la mexicana Elvira Arellano, quien fue deportada el año pasado a México y separada temporalmente de su hijo, Saúl, ciudadano estadounidense y con quien logró reunirse después de varia semanas.

Bustamante dijo que "fracasaron" las pruebas para el muro virtual en la frontera con México, anunciado por el Gobierno de Estados Unidos para detectar el ingreso de indocumentados, después de que se han invertido 110 millones de dólares en equipos tecnológicos.

El funcionario de la ONU citó a un diario estadounidense que aseguró que el muro virtual se pospondrá tres años, por lo que Bustamante pronosticó que en ese periodo cruzarán la frontera hacia Estados Unidos 1.5 millones de mexicanos indocumentados.

Afirmó que no hay probabilidad de que México y Estados Unidos lleguen a un acuerdo migratorio debido a que el tema en Washington lo maneja como política doméstica el Congreso.

"Veo más probabilidades de un acuerdo entre México y Cuba, que entre México y Estados Unidos", recalcó.

También reiteró su denuncia de que en México se violan más los derechos humanos de los inmigrantes centroamericanos que de los mexicanos en Estados Unidos.

Esa denuncia la planteó el martes pasado ante un grupo de legisladores a quienes dijo que "hay violaciones de derechos humanos de los inmigrantes centroamericanos en México peores de las que padecen nuestros compatriotas en Estados Unidos".

Informó de que en su vista fue advertido por Organizaciones no Gubernamentales de que está creciendo el número de secuestros de centroamericanos en las ciudades fronterizas de Tijuana (norte) y Tapachula (sur) por parte de autoridades policiales que les exigen los números telefónicos de sus familias para llamarles y extorsionarles.

Dijo que no tiene datos concretos de cuántos secuestros de este tipo ocurren, pero aseguró que las ONG le dijeron que el fenómeno está creciendo y puso como ejemplo una entrevista que sostuvo con un salvadoreño víctima de un plagio.

En ese sentido señaló que México está entre los primeros lugares de los países que violan los derechos humanos, sin citar cuáles son los otros.

Aseguró que no le sorprendió que en México se sigan violando los derechos humanos de los indocumentados, pero sí que en el estado de Chiapas haya mejorado la atención a estas personas y que incluso el Ministerio del Trabajo local contemple a los centroamericanos, principalmente guatemaltecos, en las labores productivas de este estado.

Finalmente, puso en duda un informe del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que asegura que el 50% de los migrantes mexicanos son mujeres, y dijo que esperará un estudio para poder valorar la situación.

Explicó que hace 30 años la presencia de mujeres migrantes era de 2% y hace tres años de 25 por ciento.

Bustamante dijo que no podía dar una valoración detallada de su visita a México porque primero tiene que presentar su informe en Naciones Unidas.

http://www.eluniversal.com.mx/notas/490273.html



martes, 11 de marzo de 2008

Frenar discriminación a mujeres entre indígenas, piden a Calderón

  • La zapoteca Eufrosina Cruz denuncia que por su sexo le impiden ser candidata a alcaldesa

■ La igualdad de género “duerme como niño en el rebozo de su madre”, asevera la quejosa

■ El mandatario presenta el programa Proigualdad; exige que usos y costumbres respeten derecho

Claudia Herrera Beltrán (Enviada)

Emiliano Zapata, Mor., 10 de marzo. La zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza, a quien por ser mujer impidieron ser alcaldesa de Santa María Quiegolani, Oaxaca, demandó al presidente Felipe Calderón que las indígenas puedan votar y ser votadas, aunque advirtió que su causa no es la de los partidos políticos.

“De hecho, siento un profundo temor cuando escucho a las legisladoras, a los líderes de partidos políticos, cuando afirman que hay que hacer algo para que se calle esta pobre mujer”, explicó la indígena ante el jefe del Ejecutivo.

Invitada al templete por Calderón, la indígena se convirtió así en símbolo en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que sirvió de contexto para anunciar el programa Proigualdad y la publicación del reglamento de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en vigor desde hace un año.

Tras escuchar el testimonio de Cruz Mendoza, el michoacano anunció que hizo una adición de última hora a dicho reglamento, para que se hagan valer usos y costumbres en concordancia con el respeto a los derechos humanos.

El panista estuvo acompañado por su esposa, Margarita Zavala, y por el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, quien apenas hace una semana había criticado fuertemente la aprobación de la reforma judicial, impulsada por el Ejecutivo.

Con un “gusto, felicidades, que estén bien”, Calderón saludó en principio a su esposa y a la del gobernador Marco Antonio Adame, Mayela Alemán, y luego presentó a la indígena como ejemplo de coraje y gallardía por enfrentase a un mundo “terriblemente machista, injusto, misógino”.

Embestida caciquil

Parada al lado de Calderón, Eufrosina leyó una carta donde relató que el 4 de noviembre compitió para ser presidenta municipal de Quiegolani bajo el régimen de usos y costumbres, pero los “caciques, el poder, la violencia, la intimidación y la intolerancia de los hombres del poder me arrebataron el triunfo que mis paisanos me habían concedido”.

Al relatar su historia, aseguró que ser mujer y profesionista (es contadora) en Quiegolani “más que privilegio es delito y es casi un pecado”, lo que se extendió a autoridades electorales y al Congreso de Oaxaca, donde “ni los hombres ni las mujeres” creyeron que obtuvo la mayoría de votos pero le fueron anulados debido a su género.

Tras remarcar que la CNDH acogió su reclamo, aseguró que la dignidad de la mujer y la equidad de género en las comunidades indígenas “duermen como un niño en el rebozo de su madre. Por favor, señor Presidente, ayúdenos a que ese niño despierte y viva en un mundo mejor, diferente al mío: que no vivan la pesadilla que nuestras abuelitas de Quiegolani han vivido”.

Luego, sosteniendo unos alcaltraces, flores obsequiadas por la ex candidata a alcaldesa y que han sido el emblema de su lucha, Calderón ofreció hacer suya la causa de esta mujer y se hizo eco de la frase “¡no estás sola!”, que gritó un grupo de mujeres presentes en la ceremonia.

Reconoció que no es fácil vivir dentro de una cultura que se aferra a valores, a costumbres, a prácticas machistas.

Para luchar contra este problema, anunció que el nuevo Programa Nacional por la Igualdad entre Mujeres y Hombres se propone que todos los servicios y apoyos del gobierno federal beneficien a ambos sexos por igual.

De las metas propuestas, destacó que para 2012 la legislación de todos los estados se actualice y recoja los mandatos de la citada ley, así como las convenciones internacionales suscritas por México.

Otro proyecto es reducir por lo menos en 50 por ciento la discriminación de ingresos que padece el sexo femenino, así como en 30 por ciento los hogares encabezados por mujeres que viven en extrema pobreza y en al menos 70 por ciento el hostigamiento sexual en sus lugares de trabajo.

http://www.jornada.unam.mx/2008/03/11/index.php?section=sociedad&article=042n1soc

viernes, 7 de marzo de 2008

Lara Zavala descarta la vía armada para rescatar a los sectores marginados del país

■ El escritor reconstruye, en una novela polifónica, la guerra de castas en Yucatán
■ “La situación actual es de una calma engañosa; esa lucha persiste, pero a escala subliminal”

Fernando Camacho Servín
La Jornada

El enfrentamiento histórico entre pobres y ricos, con tintes raciales y culturales, tuvo una de sus más cruentas expresiones en México durante la llamada guerra de castas en Yucatán, que involucró en 1847 a los indígenas mayas y los descendientes de los conquistadores españoles, en un choque que entonces exterminó a la mitad de la población de esa zona.

Tal es la situación que retrata la novela Península, Península (Editorial Alfaguara), del escritor Hernán Lara Zavala, quien recurre a la ficción para reconstruir un episodio de desencuentro e injusticia que todavía no termina de cerrarse.

Fue durante una visita realizada hace muchos años a los pueblos donde ocurrieron las principales batallas de ese conflicto, que nació en el autor la necesidad de contar esas historias de su tierra natal, que todavía hoy siguen siendo un tema difícil del cual parece más cómodo no hablar.

Los mayas, a punto de ganar
“La de castas fue una guerra civil difícil y paradigmática. En ella, los nativos de la península de Yucatán se rebelaron contra los de la península ibérica, quienes a falta de riquezas naturales, se dedicaron a explotar la mano de obra de los indígenas”, explicó Hernán Lara Zavala en entrevista con La Jornada.

Por medio de un trabajo de reconstrucción histórica, pero sobre todo de imaginación literaria, el autor muestra los acontecimientos del siglo XIX “para un lector del XXI”, con una novela polifónica en la que los personajes ficticios conviven con los reales, para hacer un retrato de época, ameno a la lectura.

El año de 1847, expresó el escritor, fue un momento verdaderamente singular, en el que la identidad de México se estaba reconfigurando, sobre todo porque en ese mismo año la guerra con Estados Unidos desembocó en la pérdida de la mitad del territorio nacional.

En ese contexto, las luchas de poder y las presiones económicas y raciales en Yucatán significaron un elemento adicional de tensión que casi cambia el rumbo de la historia.
“La guerra estuvo a punto de ser ganada por los mayas, que ya controlaban 80 por ciento de la península”, detalló el también colaborador de La Jornada Semanal.

Contienda que no acaba
Para Hernán Lara Zavala la situación actual que se vive en Yucatán y el resto del país es de una calma engañosa, que en el fondo encubre un sistema basado en las inequidades sociales, cuya estructura sigue intacta a pesar del transcurso del tiempo.

La guerra de castas sigue, pero a una escala subliminal. Es un atavismo que no hemos podido superar, porque aquí todo mundo se dice heredero de los aztecas, pero quiere tener antepasados europeos. Es una hipocresía, y todavía no podemos superar los conflictos del mestizaje”, señaló.

Sin embargo, a pesar de que el racismo y las injusticias persisten, el autor descarta que se pueda producir un estallido social de grandes dimensiones, o que la vía armada sea una alternativa real de cambio.

Para él, la forma de rescatar a los sectores marginados es “dotarlos de educación, empleo y dignidad; dar derechos y oportunidades a todos los mexicanos por igual, como planteaba Benito Juárez.

“Lo que necesitamos es integración y, al mismo tiempo, aceptarnos como una nación pluricultural, en la que cualquier grupo étnico tenga posibilidades de desarrollo.”

Por esa razón, “cuando me preguntan en favor de quién estoy, digo que de ninguno, aunque pienso que la guerra fue iniciada por los españoles. Pero en esta situación no debe ganar uno, sino los dos. Yo quise hacer un retrato más objetivo de ello, y evitar el maniqueísmo de los buenos y los malos”.

domingo, 24 de febrero de 2008

Afromexicanos, la tercera raíz cultural

La histórica y rica influencia africana en diversas zonas del territorio mexicano a través de su migración ha sido ignorada por muchos años

Agustín Durán

24 de febrero de 2008

Las autoridades del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México detuvieron a los familiares de Simeón Herrera porque no les creían que fuesen mexicanos. Los cuestionaron, los hicieron cantar el Himno Nacional y hasta que no presentaron su acta de nacimiento los dejaron ir.

Debido al desconocimiento de la presencia africana en México, a menudo las autoridades mexicanas cuestionan su nacionalidad a las personas de tez negra y cabello rizado.

"A muchos los confunden con hondureños por sus características, pero antes que otra cosa, ellos siempre afirman que primero son mexicanos", expresa Martín Alemán, originario de Costa Chica, Oaxaca, en el suroeste de México, una de las áreas más conocidas por su población de origen afromexicano.

Alemán subraya que no quiere decir que los mexicanos se avergüencen de sus raíces africanas, simplemente es que las desconocen.

"La extrema pobreza y la falta de educación han contribuido a que sus pobladores ignoren su origen, a pesar de llevar sus características a flor de piel", explica Alemán, inmigrante en Los Ángeles.

Agrega que el desconocimiento respecto a este tema entre la población mexicana e inmigrante en Estados Unidos es tan grande que durante la Gran Marcha del 25 de marzo de 2006, Alemán y unos amigos del mismo pueblo constantemente escuchaban murmurar a las personas:

"Mira, en medio de la marcha andan unos negros ¡y hablan español!"

Alemán subraya que cuando le decía a la gente que ellos no eran afroamericanos, sino mexicanos de Oaxaca, la gente simplemente no les creía y pensaban que eran hondureños o cubanos.

A Cesáreo Moreno, director del Centro Museo de Bellas Artes Mexicanas en Chicago (MFACM) y uno de los autores de la exhibición La presencia africana en México: de Yanga al presente, no le sorprendió la actitud de la gente en Los Ángeles.

Moreno explica que el desconocimiento de la cultura africana en México no es casualidad porque el mismo gobierno se encargó de enterrar la historia.

"Con la independencia (1810), el sistema de castas español legalmente llegó a su fin, se abolió la esclavitud y se decretó que todos los ciudadanos, sin importar el color de su piel, fueran tratados iguales y reconocidos como mexicanos", expresa Moreno.

Menciona que a pesar de no existir una segregación racial en México como en Estados Unidos, la discriminación contra la población mestiza o afromexicana no desapareció de la sociedad, y es un estigma que se sigue viviendo hasta nuestros días.

"Con la creación de una identidad nacional mexicana, también desaparece la historia ‘oficial’ de los afromexicanos y la eventual negación de las importantes contribuciones de África a México", dice.

Moreno agrega que después de la Revolución Mexicana, José Vasconcelos, ex secretario de Educación, definió la mexicanidad como la unión del indio y el español, eliminando de un brochazo toda influencia de origen africano.

Con su teoría de la "raza cósmica", el también escritor estableció que la "raza de bronce" era el resultado del encuentro entre Europa y América, ignorando completamente África.

Sagrario Cruz Carretero, antropóloga en la Universidad de Veracruz, indica que la historia de la tercera raíz mexicana —la africana— estaba prácticamente olvidada en México, y no fue reconocida por el gobierno hasta 1992, casi 500 años después de la llegada de los africanos a las costas de Veracruz.

Además, enfatiza que en los libros de educación pública se menciona vagamente su influencia, al grado que todavía mucha gente no sabe y/o niega su presencia en el país.

La antropóloga cuenta que cuando los afromexicanos salen de sus comunidades, en muchas ocasiones rumbo a Estados Unidos, constantemente son detenidos por elementos de la policía federal mexicana que los acusan de ser indocumentados y los obligan a cantar el Himno Nacional para comprobar su nacionalidad.

Agrega que en la década de 1990 un grupo de pobladores de Mata Clara, en Veracruz, fue encarcelado por varios días en el Distrito Federal, con el argumento de que en México "no hay negros".

Glyn Jemmott, sacerdote de Trinidad y Tobago que ha vivido en Costa Chica durante los últimos 25 años, indica que es imposible negar la presencia africana en México. "Se puede ignorar y ha sido rechazada por varios siglos, pero no se puede borrar porque nació y creció con el país".

El sacerdote comenta que en México no se lleva una contabilidad del grupo, pero es tan grande que hasta el más "blanquito" puede ser que lleve una gota de sangre africana, porque la mezcla entre españoles, indígenas y africanos empezó inmediatamente desde su llegada a las costas de Veracruz.

Incluso menciona que la mayoría de la población negra en México no se cree que sea pura, es por eso que se identifican como afromestizos.

Gonzalo Aguirre Beltrán, padre del primer estudio de Los Negros en México, en 1948, y del cual no hubo seguimiento hasta la década pasada, indica que después de la Independencia se consideró que el 10% de la población era de origen afromestizo.

Pero el padre Jemmott considera ese número conservador, tomando en cuenta el estigma que hay en gran parte de los países latinoamericanos de minimizar o ignorar la presencia africana de su propia identidad.

A pesar de sus grandes contribuciones, la población africana en México es una de las más marginadas en Oaxaca, Guerrero, Veracruz y Coahuila.

Actualmente algunos apellidos de origen afromestizo que podemos escuchar en México son Moreno, Crespo, Pardo y Prieto; y alimentos que se creen netamente mexicanos como el menudo, las tripas y la moronga tienen origen africano.

Héroes nacionales como José María Morelos y Pavón, caudillo de la Independencia; Vicente Guerrero, segundo presidente de México, y Lázaro Cárdenas, uno de los más reconocidos presidentes que ha tenido el país, eran de ascendencia africana.

Además, la música jarocha y las fiestas como El Fandango y los carnavales tienen grandes influencias africanas.

Mañana: Afroamericanos y mexicanos, una historia compartida aún sin descubrir

http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00000000000003314260

El largo camino

Agustín Durán

24 de febrero de 2008


A raíz del arribo de los españoles a México, hace más de cinco siglos, cientos de miles de esclavos negros fueron llevados a ese país, principalmente a la zona costera a lo que hoy son los puertos de Acapulco y de Veracruz. A partir de ese momento, empezó a escribirse la historia del mestizaje en México entre españoles, indígenas y africanos.

Durante la época colonial, los españoles diseñaron un sistema de castas para clasificar a la población que cada vez se mezclaba más.

Los nacidos de un indígena y un español fueron llamados mestizos, y a los descendientes de africanos y españoles se les llamó mulatos. Si una persona era hijo de un africano y un indígena lo llamaban coyote.

En la medida que la piel se fuera aclarando, la casta a la que pertenecían las personas era "superior", al igual que los beneficios, el trabajo que podía desempeñar y su estatus social.

En 1609, antes de que los ingleses fundaran Jamestown, un africano llamado Yanga se rebeló ante la Corona Española y ésta terminó por otorgarle su libertad.

Yanga forzó a los españoles a cederle un pedazo de tierra cerca de Córdoba, Veracruz, donde formó la primera ciudad de africanos libres en América, llamada San Lorenzo de los Negros.

Anteriormente se pensaba que la presencia africana había sido únicamente en las costas del golfo y el Pacífico; sin embargo, investigaciones recientes han descubierto que la presencia africana durante la Colonia también se dio en grandes números en el altiplano, en las sierras y en las grandes ciudades.

Con esto, se establece que la influencia negra, tanto en lo biológico como en lo cultural, no se limita a las costas, sino a centros de mucha actividad en todo el país.

Otro de los grandes éxodos de africanos llegó a México desde Estados Unidos entre 1840 y 1930, época en la que miles de africanos escaparon de la esclavitud de los estados del sur y posteriormente del racismo en la Unión Americana

http://www.laopinion.com/primerapagina/?rkey=00000000000003314330


Obliga Ebrard a personal del GDF a hablar náhuatl

Los trabajadores deberán aprender la lengua étnica para combatir la inequidad hacia comunidades indígenas que habitan en el DF, indicó el jefe capitalino


Héctor Molina
El Gráfico
Viernes 22 de febrero de 2008

A un año de instaurar el uso obligatorio de la bicicleta los primeros lunes de cada mes, el jefe de gobierno Marcelo Ebrard anunció que ahora los funcionarios de su gobierno deberán ser bilingües y aprender el idioma náhuatl.

Esta obligación se suma a otras políticas del mandatario local, como la instalación de playas artificiales y la colocación de una pista de hielo en el Zócalo durante la temporada decembrina.

El aprendizaje del náhuatl fue calificado por Ebrard como una “obligación” que los trabajadores deberán adoptar para combatir la inequidad que existe hacia las comunidades indígenas que habitan en el Distrito Federal.

Además del personal del gobierno capitalino, el requisito se hará extensivo a empleados del Tribunal Superior de Justicia del Distrito Federal y de la Asamblea Legislativa, según Ebrard.

“Vamos a ponernos a estudiar”, contestó tras ser cuestionado sobre si él también aprendería la lengua indígena a la cual se tradujo el programa de Desarrollo Social del Distrito Federal que se presentó ayer en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento.

Documentos bilingües

El documento se publicó en la Gaceta Oficial del Distrito Federal y será el primero de una serie de oficios públicos que se hagan en español y en náhuatl, a decir de Ebrard.

Los cursos de náhuatl para los funcionarios comenzarán en marzo, según confirmó la Secretaría de Desarrollo Rural y Equidad para las Comunidades, Rosa Márquez. También se creará un Centro de Lenguas Indígenas con el que se busca preservar al menos 16 lenguas.

Los talleres de lenguas indígenas se impartirán en las 16 delegaciones del D.F.

http://eluniversalgrafico.com.mx/75492.html






sábado, 23 de febrero de 2008

Obama alienta esperanzas entre los negros de México

MEXICO, D.C.

Los medios de comunicación en México han coronado a Barack Obama como el ''Kennedy negro'', interpretando su firme candidatura como una señal de que Estados Unidos, finalmente, está entrando a la edad de la iluminación racial.

Obama ha creado un clamor en la blogósfera del país y entre las clases educadas, que lo ven como la encarnación del sueño americano.

Pero, con todo y los elogios públicos, la candidatura de Obama también abrió una ventana a las propias relaciones intranquilas de México con respecto a la raza y el trato de la corriente popular de la sociedad hacia la comunidad afromexicana, en su mayor parte olvidada y asolada por la pobreza.

''Para México, no hay negros: no existen'', dijo Israel Reyes Larrea, coordinador de una asociación civil de afromexicanos en la costa del estado de Oaxaca.

Reyes dijo que la candidatura de Obama es vista como un faro de esperanza dentro de la comunidad afromexicana de Oaxaca, la cual experimenta algunos de los mayores índices de emigración hacia Estados Unidos.

Muchos mexicanos negros creen que si Obama estuviera al frente de la presidencia estadounidense, quizás se podría arrojar un poco de luz sobre y mejorar la situación de los afromexicanos. Se estima que 500,000 afromexicanos, o menos de uno por ciento de la población del país, viven principalmente en comunidades aisladas a lo largo de las costas mexicanas.

''En Obama, nosotros vemos la cristalización de un sueño'', comentó Reyes.

Fuera de las comunidades de negros en México, las actitudes hacia Obama son tan contradictorias como las actitudes hacia la raza en México, nación que ha consagrado la igualdad social en su Constitución.

''Yo no confío en la gente negra'', comentó Guadalupe Chávez, ama de casa de 65 años, en Ciudad de México. ``Que Dios ayude a los estadounidenses si Obama gana . . . él me transmite la impresión de alguien que solamente desea ayudar a la gente de su raza''.

Ese sentimiento no se encontró por ninguna parte entre mexicanos más jóvenes que fueron entrevistados en el sur de Ciudad de México en fecha reciente.

''En el siglo XXI, es absurdo pensar que el color de una persona tiene tanta importancia'', dijo Karen Ibarra, profesora de Música de 28 años. ``A mí no me sorprendería que Obama terminara ganando: es carismático, joven, tiene ideas innovadoras y, si yo fuera estadounidense, votaría por él''.

Pero, más allá de la visión positiva que albergan algunos mexicanos con respecto a Obama, yace al acecho una relación más complicada con los mexicanos negros; realidad capturada en chistes, estereotipos que se repiten con frecuencia y una intensa, aunque tácita, fijación con el tono de la piel.

''Vivimos en la negación'', señaló Rossana Fuentes Berain, experta en relaciones internacionales del Instituto Tecnológico Autónomo de México. ``Nosotros nunca admitiríamos que albergamos actitudes racistas. Enmascaramos la conciencia sobre la raza con una conciencia social y de clase''.

Por siglos, México ha fundamentado su identidad en la ideología del mestizo, la mezcla de sangre de españoles blancos y pueblos indígenas de piel morena. Sin embargo, esa concepción, se quejan muchos afromexicanos, termina excluyendo a la minoría mexicana de orígenes africanos.

Durante el período colonial, los afromexicanos superaban en número a los españoles -- y por mucho --, en tanto dos héroes de la historia prerrevolucionaria de México, José María Morelos y Vicente Guerrero, eran de ascendencia africana.

No obstante, la presencia africana en México ha retrocedido en la conciencia nacional desde esos tiempos. Algunos académicos han destacado el aislamiento geográfico de comunidades afromexicanas -- mayormente fundadas intencionalmente en remotas áreas como refugios para esclavos fugitivos -- como uno de los factores que contribuyen a un mayor aislamiento de la comunidad respecto del resto de la sociedad mexicana.

Nunca surgió un movimiento por los derechos civiles como el de Estados Unidos en México, cuyas leyes nunca institucionalizaron el racismo como en el sur de Estados Unidos. No fue sino hasta los años 80 que una semblanza del movimiento de ''orgullo negro'' surgió en México.

Además, atisbos de la incómoda relación de México con la raza han salido a la superficie en años recientes.

En el 2005, el gobierno mexicano decidió poner la imagen de un niño negro caricaturizado en un estereotipo en una estampilla conmemorativa.

La figura de Memín Pinguín, con sus labios y nariz enormes, es amado en México como el personaje de una tira cómica con el que muchos mexicanos crecieron. Sin embargo, con todo y las protestas de estadounidenses negros y la comunidad afromexicana cada vez más vocal, el gobierno mexicano y la mayoría de los mexicanos se negaron a conceder que hubiera cualquier elemento inapropiado con respecto a la celebración de Memín Pinguín.

Carlos Tello Díaz, columnista mexicano que escribió en la época de la polémica, dijo que el episodio ofreció una mirada inusual, en bruto, a las relaciones de México con la raza: ``Los vemos como si estuvieran aparte de nosotros, no los identificamos como lo que son: una parte de nuestras raíces, debido a que no los vemos a nuestro alrededor''.

Los medios de comunicación mexicanos se han centrado en Obama como un símbolo del cambio en las relaciones de Estados Unidos con la raza.

Reyes, director de la organización afromexicana, dijo que abrigaba la esperanza de que una presidencia de Obama conduzca a un trato mejor para los afromexicanos. Los poblados afromexicanos regularmente presentan algunas de las mayores tasas de pobreza en los estados más pobres de México.

''Los poblados negros de México necesitan ser incluidos en los planes del gobierno, necesitan recibir apoyo, así como reconocimiento'', advirtió.

Muchos partidarios de Obama en México también creen que como integrante de una minoría, Obama estaría más sintonizado con la dura situación de mexicanos indocumentados en Estados Unidos. Algunos expertos, destacando que Obama votó a favor de un muro fronterizo el año pasado, dicen que ese pudiera no ser el caso.

Sin consideración a lo que Obama pudiera representar para las relaciones raciales en México o para el debate sobre la inmigración, una cosa es segura, destacó Fuentes. México le daría a Obama el mismo trato que le ha dado a otros presidentes estadounidenses.

''Quienquiera que termine en la Oficina Oval será tratado con respeto'', dijo. ``El poder supera todo''.

http://www.elnuevoherald.com/noticias/america_latina/story/157402.html


No pedimos ni necesitamos el camino, contradicen a autoridades estatales y federales

Plantón de mil indígenas contra una carretera en la sierra norte de Jalisco

Los wixaritari denuncian racismo, negligencia médica y daños a la propiedad comunal

Hermann Bellinghausen
La Jornada

En el punto más alto de la sierra norte de Jalisco, a un lado del cerro La Puerta, la comunidad wixárika de Tuapurie, Santa Catarina Cuexcomatitlán, mantiene un multitudinario plantón contra la carretera (y sus inevitables agregados “modernizadores”) que les imponen el gobierno federal, por conducto de la Comisión para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI), y el estatal. Un millar de indígenas están plantados desde el pasado día 11 en Ciénega de Los Caballos, dentro de su territorio legal y tradicional.

Las declaraciones de funcionarios federales y estatales, siempre panistas, justificando paternalistamente la construcción de la carretera, pueden engañar a los medios y a sectores de la opinión pública urbana, pero no a los indígenas. La obra no está pensada para los pobladores de esa región característica. Busca crear infraestructura turística (cabañas, comercios, servicios) y establecer cotos de caza deportiva, muy del gusto de la burguesía jalisciense, y con “potencial” internacional. También facilitar la extracción de productos forestales y minerales.

En sus argumentos para convencer a los wixaritari, los funcionarios invocan la promesa de accesibilidad de servicios de salud, sin darse cuenta de que tocan una fibra especialmente sensible de los catarineros. En tiempos recientes han padecido en demasiadas ocasiones los efectos de la negligencia médica, la corrupción y el racismo más abierto.

El colectivo Coa, que trabaja con la comunidad de Tapurie, refiere que uno de los funcionarios dijo a los comuneros: “¿Por qué no quieren la carretera, si es en beneficio de ustedes mismos? Sus enfermos ya no morirán en el camino”. No supo con quiénes hablaba. Desde hace más de medio año, la comunidad “conversa” sobre los servicios de salud y pronto denunciará las anomalías e irresponsabilidades institucionales.

De acuerdo con Coa, “más de la mitad de las muertes en las comunidades wixárika ocurren a consecuencia del menosprecio y la negación de atención por parte del personal hospitalario. Los enfermos llegan a tiempo y mueren allí o sin recibir atención; los remiten a otro hospital o los regresan a su comunidad”.

En un caso reciente, a una mujer en trabajo de parto le dijeron: “No tiene nada, regrese a su comunidad”. Ella y el bebé murieron camino a su casa debido a una hemorragia. “A otro señor tenían que operarlo de la muñeca, sólo por eso murió en la cama de cirugía por una razón que no les explicaron.”

Evangelina Robles, abogada de Coa, declaró a Jorge Covarrubias, de La Jornada Jalisco, que en los últimos ocho meses fallecieron 10 personas, “y no por falta de transporte o por la orografía agreste, sino por negligencia médica en la que permea una dosis de racismo”.

Según informa La Jornada Jalisco, en septiembre de 2007 se emitió la convocatoria de licitación pública, y ya en octubre la Secretaría de Desarrollo Urbano del estado había hecho adjudicaciones directas de 124 millones de pesos a 12 empresas para la “construcción de terracerías, obras de drenaje, pavimentos, señalamiento y trabajos diversos de la carretera Amatitán-Huejuquilla”, dividiéndola en 12 tramos diferentes. No sólo eso: en boca del gobernador Emilio González Márquez, las autoridades ya revelaban sus planes privatizadores, cinegéticos y ecoturísticos (contradictoria combinación por cierto).

Los indígenas determinaron rechazar la obra desde el 11 de noviembre, luego de tres días en asamblea, por “doce razones” precisas, entre ellas proteger su territorio, su autonomía, sus recursos naturales y culturales, además de que no solicitaron la obra ni la necesitan. A juicio de Coa, las autoridades no piensan cambiar de planes: “No han entendido ni entenderán, porque sus prioridades son otras, aunque la afectación que ya causaron a la propiedad comunal viola leyes nacionales e internacionales”.