miércoles, 26 de marzo de 2008

Refugiados viven en la discriminación

Muchos de ellos ya se han naturalizado, pero por sus rasgos o color de piel les niegan el empleo. Autoridades admiten que sí se les relega, aunque es así en todas partes, dicen

TEXTOS LILIANA ALCÁNTARA
El Universal
Martes 25 de marzo de 2008

Eligieron a México como su patria. Los convenció su cercanía, pacifismo y la política de puertas abiertas. Pero algunos refugiados centroamericanos están decepcionados porque su vida en el país no es placentera, la discriminación a la que están sujetos les recuerda lo lejos que están de sus países. Sufren racismo y exclusión.

Para los haitianos, el color de su piel es la causa del rechazo y para los salvadoreños, guatemaltecos y hondureños sus rasgos físicos, la forma de vestir y hablar los condiciona a una vida que los hace sentir “menos”.

Por lo mismo, estos refugiados suelen sobrevivir en un principio de la caridad, luego de la venta callejera y el trabajo a destajo, porque los empleadores les suelen decir que las mejores oportunidades son para los mexicanos.

Tampoco han encontrado el espacio para denunciarlo. Si se quejan de la situación con amigos o vecinos se les cuestiona: “Si no están bien aquí, ¿por qué no se regresan a su país?”.

Muchos lo han pensado hasta el punto de empacar, pero de golpe los detiene el recuerdo de la guerra, las amenazas de muerte, la ausencia de amigos y familiares que no lograron escapar y fueron ejecutados, el olvido de los que se quedaron, la pérdida del sentido de pertenencia por la tierra que dejaron —en algunos casos desde hace más de 20 años—, la clara idea de que el lugar donde nacieron ya no es el mismo y los resentimientos.

La idea de ir a un tercer país tampoco ha sido la mejor pues el obstáculo del idioma y la cultura se imponen.

“De nada sirve naturalizarme”

“El hecho de obtener la naturalización tampoco ha sido ninguna garantía porque, a pesar de que nos hacen renunciar a nuestra propia nacionalidad, mucha gente nos dice que somos de los Maras, que no tenemos nada que hacer en México”, señala María Teresa Carranza, salvadoreña e integrante del grupo Monarcas de mujeres refugiadas.

Para la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar), dependiente de la Secretaría de Gobernación, los refugiados no son discriminados por su condición, pues lo que enfrentan a diario son las barreras naturales que se presentan durante el proceso de integración a una comunidad nueva.

Desde su creación, en 2003, el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) ha recibido dos quejas de refugiados que argumentan que fueron discriminados por empleadores al negarles el trabajo.

Un episodio en la vida de María Teresa Carranza es el que comparten miles de refugiados en el mundo. Era la década de los 80. Teresa era integrante de una organización de izquierda y por lo tanto, enemiga de las fuerzas armadas de El Salvador. En plena guerra civil uno de sus hijos de 16 años fue capturado.

Esa era la señal que le advertía que su vida y la del resto de su familia estaba amenazada. Así que salió una madrugada con los ojos bien abiertos para evitar ser sorprendida. “Me escondí en la orilla de un río durante 15 días hasta que mi organización consiguió una visa de México para mí y mis tres hijos”.

El permiso de estancia en México era por seis meses y tenía derecho a solicitar el estatus de refugiada, pero prefirió que la consideraran inmigrante “por que pensé que sería más fácil tener trabajo”.

El día en que finalmente recibió la aprobación del gobierno para adquirir la nacionalidad “me hicieron jurar que renunciaba a mi nacionalidad salvadoreña y me dolió pero tuve que aceptar”.

Ahora Teresa es mexicana desde 1982. Tiene credencial de elector, vota y hasta recibe la pensión que otorga a los adultos mayores el gobierno del Distrito Federal, pero alquila un pequeño anexo de dos cuartos donde se cuela la humedad y vive de la venta de artesanía.

Hace cinco años, junto con otras mujeres, creó la organización Monarcas.

“La creamos porque en el camino muchas mujeres son violadas, robadas y golpeadas y cuando llegan a México necesitan ayuda. Nosotras las asesoramos, les decimos a dónde acudir y les damos aliento, aunque muchas van a sobrevivir de milagro”, agrega Teresa.

Los actos de discriminación que dice Teresa que ha sufrido son las negativas de empleo, los señalamientos callejeros de que los centroamericanos son miembros de los Mara Salvatrucha y la falta de reconocimiento de sus derechos como mexicana naturalizada.

Aún así Teresa considera que “las peores formas de discriminación la viven las personas de raza negra, los haitianos y los africanos que también llegan a México con la esperanza de tener una vida digna”.

Hernick llegó a México el 15 de septiembre pasado, en plenas festividades patrias. Salió de Haití para salvar su vida, la de su hijo y sus suegros y para encontrarse con su esposo que llegó antes al país. Ella conoce poco de México y dice que es “bonito”, “pacífico” y “grande”, pero lamenta que su corta estancia sea, por el momento, casi una pesadilla.

Apenas habla el español, pero entiende las groserías que le han dicho.

“En la calle nos dicen pinches negros y nos ven de arriba a abajo como si estuviéramos sucios. Eso nos pone tristes. Son muy racistas, discriminan mucho aquí y por ignorancia”. Su hijo tiene 4 años y está en una estancia infantil del DIF. Su esposo, luego de diez meses de vivir en México, consiguió trabajo de mesero en un restaurante.

Katya Somohano, titular de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, considera que la integración a la sociedad mexicana depende de la historia personal de cada refugiado, pero rechazó que haya discriminación específica contra este sector de la población. “Sabemos que en México hay discriminación, pero por desgracia es una situación que se vive de forma general, no contra un grupo particular, ni en las dimensiones que ocurre en otros países”.

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/158397.html

`Pierre’ se adaptó, pero piensa irse

El Universal
Martes 25 de marzo de 2008

La historia de “Pierre” —quien pidió ocultar su nombre real como mecanismo de protección— es considerado por el gobierno mexicano como uno de los casos de éxito porque en sólo dos años ha sabido aprovechar las diferencias culturales y del idioma para integrarse a la vida mexicana.

En diciembre de 2005 llegó a México con una visa para permanecer en el país un mes. Luego, solicitó a la Secretaría de Gobernación que se le reconociera como refugiado y se lo autorizaron las autoridades.

Llegó sin hablar ni entender el español; sin embargo, aprendió por iniciativa propia y ahora da clases de francés —su idioma natal— en distintos colegios y de manera particular.

Señala que en dos ocasiones, a sus espaldas, ha recibido comentarios racistas, “pero los ignoro”.

Una vez, en la calle, le gritaron “negro” de manera despectiva, “pero lo tomé como un comentario de un desconocido que jamás vino a decírmelo de frente”.

En otra ocasión, un conocido de su ex novia dijo que de ser ella, no andaría con negros, “y tampoco me lo dijeron de frente, así que no me afectaron”.

Aunque sobrevivir en un país que le era ajeno no ha sido tan complicado para él, “el choque cultural es muy fuerte porque vengo de un país de las Antillas, pero soy africano”.

Por eso es que ha pensado en reunirse con sus familiares en Canadá o Estados Unidos. “Me iría para estar con mi gente”, dice. Considera que el acceder a las oportunidades depende de cada persona. “Uno puede encontrar las oportunidades en un país pobre o en un país rico, pero depende de uno si las tomas”, concluye “Pierre”.

http://www.eluniversal.com.mx/nacion/158398.html

sábado, 15 de marzo de 2008

México es uno de los países que peor trata a migrantes: ONU

Afirmó que no hay probabilidad de que México y Estados Unidos lleguen a un acuerdo migratorio debido a que el tema en Washington lo maneja como política doméstica el Congreso

EFE
El Universal
Ciudad de México
Sábado 15 de marzo de 2008



La relator especial de los Derechos Humanos de la ONU sobre los Migrantes, Jorge Bustamante, alertó hoy sobre la desintegración de miles de familias mexicanas que tienen hijos estadounidenses, un fenómeno nuevo y debido a la creciente deportación de mexicanos indocumentados desde Estados Unidos.

Bustamante dijo que no hay datos sobre cuántas familias se han desintegrado por esta política de EU de redadas policiales contra los migrantes indocumentados, pero citó que el año pasado fueron deportadas 100 mil familias mexicanas, sin poder precisar cuántas de ellas tenían hijos estadounidenses.

El relator, quien hoy concluye una visita a México de cinco días durante la cual se entrevistó con altos funcionarios y viajó a ciudades fronterizas con Estados Unidos y Guatemala, dijo que es nuevo para México el fenómeno de padres mexicanos con hijos estadounidenses que desconocen el país e incluso el español y sufren desajustes emocionales.

Uno de los casos más emblemáticos es el de la mexicana Elvira Arellano, quien fue deportada el año pasado a México y separada temporalmente de su hijo, Saúl, ciudadano estadounidense y con quien logró reunirse después de varia semanas.

Bustamante dijo que "fracasaron" las pruebas para el muro virtual en la frontera con México, anunciado por el Gobierno de Estados Unidos para detectar el ingreso de indocumentados, después de que se han invertido 110 millones de dólares en equipos tecnológicos.

El funcionario de la ONU citó a un diario estadounidense que aseguró que el muro virtual se pospondrá tres años, por lo que Bustamante pronosticó que en ese periodo cruzarán la frontera hacia Estados Unidos 1.5 millones de mexicanos indocumentados.

Afirmó que no hay probabilidad de que México y Estados Unidos lleguen a un acuerdo migratorio debido a que el tema en Washington lo maneja como política doméstica el Congreso.

"Veo más probabilidades de un acuerdo entre México y Cuba, que entre México y Estados Unidos", recalcó.

También reiteró su denuncia de que en México se violan más los derechos humanos de los inmigrantes centroamericanos que de los mexicanos en Estados Unidos.

Esa denuncia la planteó el martes pasado ante un grupo de legisladores a quienes dijo que "hay violaciones de derechos humanos de los inmigrantes centroamericanos en México peores de las que padecen nuestros compatriotas en Estados Unidos".

Informó de que en su vista fue advertido por Organizaciones no Gubernamentales de que está creciendo el número de secuestros de centroamericanos en las ciudades fronterizas de Tijuana (norte) y Tapachula (sur) por parte de autoridades policiales que les exigen los números telefónicos de sus familias para llamarles y extorsionarles.

Dijo que no tiene datos concretos de cuántos secuestros de este tipo ocurren, pero aseguró que las ONG le dijeron que el fenómeno está creciendo y puso como ejemplo una entrevista que sostuvo con un salvadoreño víctima de un plagio.

En ese sentido señaló que México está entre los primeros lugares de los países que violan los derechos humanos, sin citar cuáles son los otros.

Aseguró que no le sorprendió que en México se sigan violando los derechos humanos de los indocumentados, pero sí que en el estado de Chiapas haya mejorado la atención a estas personas y que incluso el Ministerio del Trabajo local contemple a los centroamericanos, principalmente guatemaltecos, en las labores productivas de este estado.

Finalmente, puso en duda un informe del Partido Revolucionario Institucional (PRI) que asegura que el 50% de los migrantes mexicanos son mujeres, y dijo que esperará un estudio para poder valorar la situación.

Explicó que hace 30 años la presencia de mujeres migrantes era de 2% y hace tres años de 25 por ciento.

Bustamante dijo que no podía dar una valoración detallada de su visita a México porque primero tiene que presentar su informe en Naciones Unidas.

http://www.eluniversal.com.mx/notas/490273.html



martes, 11 de marzo de 2008

Frenar discriminación a mujeres entre indígenas, piden a Calderón

  • La zapoteca Eufrosina Cruz denuncia que por su sexo le impiden ser candidata a alcaldesa

■ La igualdad de género “duerme como niño en el rebozo de su madre”, asevera la quejosa

■ El mandatario presenta el programa Proigualdad; exige que usos y costumbres respeten derecho

Claudia Herrera Beltrán (Enviada)

Emiliano Zapata, Mor., 10 de marzo. La zapoteca Eufrosina Cruz Mendoza, a quien por ser mujer impidieron ser alcaldesa de Santa María Quiegolani, Oaxaca, demandó al presidente Felipe Calderón que las indígenas puedan votar y ser votadas, aunque advirtió que su causa no es la de los partidos políticos.

“De hecho, siento un profundo temor cuando escucho a las legisladoras, a los líderes de partidos políticos, cuando afirman que hay que hacer algo para que se calle esta pobre mujer”, explicó la indígena ante el jefe del Ejecutivo.

Invitada al templete por Calderón, la indígena se convirtió así en símbolo en la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, que sirvió de contexto para anunciar el programa Proigualdad y la publicación del reglamento de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, en vigor desde hace un año.

Tras escuchar el testimonio de Cruz Mendoza, el michoacano anunció que hizo una adición de última hora a dicho reglamento, para que se hagan valer usos y costumbres en concordancia con el respeto a los derechos humanos.

El panista estuvo acompañado por su esposa, Margarita Zavala, y por el presidente de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH), José Luis Soberanes, quien apenas hace una semana había criticado fuertemente la aprobación de la reforma judicial, impulsada por el Ejecutivo.

Con un “gusto, felicidades, que estén bien”, Calderón saludó en principio a su esposa y a la del gobernador Marco Antonio Adame, Mayela Alemán, y luego presentó a la indígena como ejemplo de coraje y gallardía por enfrentase a un mundo “terriblemente machista, injusto, misógino”.

Embestida caciquil

Parada al lado de Calderón, Eufrosina leyó una carta donde relató que el 4 de noviembre compitió para ser presidenta municipal de Quiegolani bajo el régimen de usos y costumbres, pero los “caciques, el poder, la violencia, la intimidación y la intolerancia de los hombres del poder me arrebataron el triunfo que mis paisanos me habían concedido”.

Al relatar su historia, aseguró que ser mujer y profesionista (es contadora) en Quiegolani “más que privilegio es delito y es casi un pecado”, lo que se extendió a autoridades electorales y al Congreso de Oaxaca, donde “ni los hombres ni las mujeres” creyeron que obtuvo la mayoría de votos pero le fueron anulados debido a su género.

Tras remarcar que la CNDH acogió su reclamo, aseguró que la dignidad de la mujer y la equidad de género en las comunidades indígenas “duermen como un niño en el rebozo de su madre. Por favor, señor Presidente, ayúdenos a que ese niño despierte y viva en un mundo mejor, diferente al mío: que no vivan la pesadilla que nuestras abuelitas de Quiegolani han vivido”.

Luego, sosteniendo unos alcaltraces, flores obsequiadas por la ex candidata a alcaldesa y que han sido el emblema de su lucha, Calderón ofreció hacer suya la causa de esta mujer y se hizo eco de la frase “¡no estás sola!”, que gritó un grupo de mujeres presentes en la ceremonia.

Reconoció que no es fácil vivir dentro de una cultura que se aferra a valores, a costumbres, a prácticas machistas.

Para luchar contra este problema, anunció que el nuevo Programa Nacional por la Igualdad entre Mujeres y Hombres se propone que todos los servicios y apoyos del gobierno federal beneficien a ambos sexos por igual.

De las metas propuestas, destacó que para 2012 la legislación de todos los estados se actualice y recoja los mandatos de la citada ley, así como las convenciones internacionales suscritas por México.

Otro proyecto es reducir por lo menos en 50 por ciento la discriminación de ingresos que padece el sexo femenino, así como en 30 por ciento los hogares encabezados por mujeres que viven en extrema pobreza y en al menos 70 por ciento el hostigamiento sexual en sus lugares de trabajo.

http://www.jornada.unam.mx/2008/03/11/index.php?section=sociedad&article=042n1soc

viernes, 7 de marzo de 2008

Lara Zavala descarta la vía armada para rescatar a los sectores marginados del país

■ El escritor reconstruye, en una novela polifónica, la guerra de castas en Yucatán
■ “La situación actual es de una calma engañosa; esa lucha persiste, pero a escala subliminal”

Fernando Camacho Servín
La Jornada

El enfrentamiento histórico entre pobres y ricos, con tintes raciales y culturales, tuvo una de sus más cruentas expresiones en México durante la llamada guerra de castas en Yucatán, que involucró en 1847 a los indígenas mayas y los descendientes de los conquistadores españoles, en un choque que entonces exterminó a la mitad de la población de esa zona.

Tal es la situación que retrata la novela Península, Península (Editorial Alfaguara), del escritor Hernán Lara Zavala, quien recurre a la ficción para reconstruir un episodio de desencuentro e injusticia que todavía no termina de cerrarse.

Fue durante una visita realizada hace muchos años a los pueblos donde ocurrieron las principales batallas de ese conflicto, que nació en el autor la necesidad de contar esas historias de su tierra natal, que todavía hoy siguen siendo un tema difícil del cual parece más cómodo no hablar.

Los mayas, a punto de ganar
“La de castas fue una guerra civil difícil y paradigmática. En ella, los nativos de la península de Yucatán se rebelaron contra los de la península ibérica, quienes a falta de riquezas naturales, se dedicaron a explotar la mano de obra de los indígenas”, explicó Hernán Lara Zavala en entrevista con La Jornada.

Por medio de un trabajo de reconstrucción histórica, pero sobre todo de imaginación literaria, el autor muestra los acontecimientos del siglo XIX “para un lector del XXI”, con una novela polifónica en la que los personajes ficticios conviven con los reales, para hacer un retrato de época, ameno a la lectura.

El año de 1847, expresó el escritor, fue un momento verdaderamente singular, en el que la identidad de México se estaba reconfigurando, sobre todo porque en ese mismo año la guerra con Estados Unidos desembocó en la pérdida de la mitad del territorio nacional.

En ese contexto, las luchas de poder y las presiones económicas y raciales en Yucatán significaron un elemento adicional de tensión que casi cambia el rumbo de la historia.
“La guerra estuvo a punto de ser ganada por los mayas, que ya controlaban 80 por ciento de la península”, detalló el también colaborador de La Jornada Semanal.

Contienda que no acaba
Para Hernán Lara Zavala la situación actual que se vive en Yucatán y el resto del país es de una calma engañosa, que en el fondo encubre un sistema basado en las inequidades sociales, cuya estructura sigue intacta a pesar del transcurso del tiempo.

La guerra de castas sigue, pero a una escala subliminal. Es un atavismo que no hemos podido superar, porque aquí todo mundo se dice heredero de los aztecas, pero quiere tener antepasados europeos. Es una hipocresía, y todavía no podemos superar los conflictos del mestizaje”, señaló.

Sin embargo, a pesar de que el racismo y las injusticias persisten, el autor descarta que se pueda producir un estallido social de grandes dimensiones, o que la vía armada sea una alternativa real de cambio.

Para él, la forma de rescatar a los sectores marginados es “dotarlos de educación, empleo y dignidad; dar derechos y oportunidades a todos los mexicanos por igual, como planteaba Benito Juárez.

“Lo que necesitamos es integración y, al mismo tiempo, aceptarnos como una nación pluricultural, en la que cualquier grupo étnico tenga posibilidades de desarrollo.”

Por esa razón, “cuando me preguntan en favor de quién estoy, digo que de ninguno, aunque pienso que la guerra fue iniciada por los españoles. Pero en esta situación no debe ganar uno, sino los dos. Yo quise hacer un retrato más objetivo de ello, y evitar el maniqueísmo de los buenos y los malos”.