martes, 19 de octubre de 2010

ONU critica a México por abandonar a los indígenas

Martes 19 de octubre de 2010Elena Michel | El Universalelena.michel@eluniversal.com.mx
Los tarahumaras de Batopilas, Chihuahua, por ejemplo, viven peor que los africanos de Níger, el país con el menor índice de desarrollo humano en el mundo

En México, la desigualdad social que enfrentan los indígenas es 11 veces más profunda que la de cualquier otro grupo social. Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), su ingreso es 17 veces menor al de los capitalinos y 90% no tiene acceso a educación, salud, seguridad social, vivienda ni a servicios básicos.

Los tarahumaras de Batopilas, Chihuahua, por ejemplo, viven peor que los africanos de Níger, el país con el menor índice de desarrollo humano en el mundo.

Magdy Martínez-Solimán, director residente del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), señaló que el país tiene una “deuda histórica” con los indígenas no sólo por la falta de bienestar, sino por “una sucesión de vejaciones, pues han sido despojados de sus tierras y de sus derechos”.

“Yo creo que no ha sido (suficientemente eficaz el gasto); si lo hubiese sido, no tendríamos las cifras de mortalidad infantil, materna, desescolarización, analfabetismo, etcétera”, admitió Martínez-Solimán en breve entrevista.

La vulnerabilidad de las mujeres indígenas es mayor. La mitad no completa la primaria y la tasa de mortalidad materna es muy alta, refiere.

“Este conjunto de condiciones condena a las mujeres indígenas y a sus familias a una situación de desventaja atávica que es muy difícil de superar”.

Mientras en la capital del país, 12 de cada 100 niños padecen desnutrición, en las zonas indígenas casi la mitad de la población infantil crece sin una dieta adecuada. De hecho, en los últimos nueve años no se ha movido ni un ápice la pobreza alimentaria que golpea a esas comunidades.

Al nacer los indígenas, tienen 10 veces más probabilidad de sufrir pobreza alimentaria que el resto de las personas.

Únicamente 27% de los indígenas goza de algún tipo de servicio de salud, mientras que en las zonas urbanas alcanza el beneficio hasta 50% de la población.

“La desigualdad social se transmite de una generación indígena a otra, provocando un círculo de pobreza y marginación”, dijo Martínez-Solimán.

Distribución errónea

Por primera vez, el PNUD de la ONU calibró la brecha de desigualdad de los pueblos originarios. El Informe sobre desarrollo humano de los pueblos indígenas en México concluyó que el error en la atención a estos grupos está en la focalización de los programas. En esta década, el gobierno federal incrementó 2.7% el presupuesto destinado a ese sector de la población.

En 2009 canalizó 38 mil 103 millones de pesos. Pero el aumento representa 1.5% del gasto programable total para 10 millones de mexicanos. “Hay que hacer un análisis del caso por caso, y ver dónde el gasto ha sido más efectivo”, recomendó Martínez-Solimán.

De acuerdo con el estudio, en lo que menos gasta el gobierno federal es en lograr un piso mínimo de seguridades jurídicas, pues sólo existen tres programas a nivel nacional, que representan apenas 0.2% de la cifra destinada para la atención de los grupos indígenas.

“México tiene que pensar en cómo saldar y atender su deuda histórica indígena, y a la vez, pensar y atajar los retos más recientes que engrosan esa deuda”, advirtió el representante de la ONU.

El 10% de los indígenas en las peores condiciones de vida apenas recibe 7.2% gasto gubernamental, mientras que el mismo porcentaje de indígenas con un índice de desarrollo más estable recibe 20% de los recursos.

“Este no es un problema mexicano ni tampoco un problema latinoamericano; es un problema mundial: la discriminación de nuestros pueblos originarios. Es necesario acelerar el proceso para reducir el proceso de desigualdad”, precisó.

Los estados que presentan los más altos niveles de rezago social para los pueblos indígenas son Chiapas, Durango, Nayarit, Chihuahua y Guerrero.

El representante del PNUD consideró que hay una mejor eficiencia del gasto en educación indígena, frente al fracaso de la orientación de los recursos destinados a salud y acciones en el campo.

En ese sentido, el informe del organismo de la ONU califica mejor al Programa Oportunidades que a Procampo.


http://www.eluniversal.com.mx/notas/717221.html

sábado, 10 de julio de 2010

Haitianos recibidos en México lidian con idioma, trabajo y racismo REPORTAJE

Fuente: Andrea Sosa Cabrios (dpa)

Ciudad de México, (dpa) - Llegaron a México por aire y por mar con visas humanitarias después del terremoto de Haití. Seis meses después de la tragedia, muchos lidian ahora en México con el idioma, el desempleo y la discriminación.


Sin embargo, la marcha atrás no está en sus planes. "Sólo volvería a Haití para buscar a mi familia y traerla a México", dice "Garry", un ex guardia de seguridad de 29 años que no quiere dar su verdadero nombre y llegó el 2 de marzo en un avión militar con otros 68 haitianos.


Apenas habla español y está sin empleo. Su mujer y sus tres hijos pequeños siguen en Puerto Príncipe y, aunque obtuvieron permiso de residir en México, "Garry" no tiene dinero para pagarles el pasaje.


En la capital haitiana trabajaba en el área de seguridad de la terminal petrolera de la distribuidora Dinasa en Thor. Al llegar a México se empleó poco tiempo como ayudante de cocina en un restaurante hasta que se rompió un brazo entre los empellones del metro de la Ciudad de México.


"Aquí en México, nada más la cocina contrata haitianos. No entiendo por qué no en otras áreas, porque muchos tienen capacidad", relató a dpa.


Dice que no le ha tocado personalmente sufrir discriminación, aunque sabe que otros sí han tenido problemas. "Para mí los mexicanos son muy amables. Lo más difícil es el idioma. Si hablara la lengua, podría vivir mejor en México".


Las autoridades mexicanas trasladaron desde Haití a un total de 511 personas, en tres grupos, con un programa temporal de reunificación familiar.


Cuando llegaron hubo comentarios racistas en foros de Internet. "Ellos (los negros) tienen otra forma de pensar, son agresivos por naturaleza y no se adaptan a la vida normal de las ciudades con una sociedad más conservadora. ¿Por qué ahora perjudican a México trayendo a esta gente?", escribió un internauta el 19 de abril en "El Universal".


Los haitianos recibieron visas humanitarias con vigencia por un año y posibilidad de prórroga, que les permiten trabajar y estudiar, en un país donde hay millones de personas sin empleo o que viven sin su documentación en regla.


La mayoría de los recién llegados carece del estatus de refugiado, que protege a los que huyen de una persecución por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia social o por sus opiniones políticas.


Por lo tanto, no están bajo la responsabilidad directa del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) ni de la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR), y fueron canalizados con organizaciones no gubernamentales como Sin Fronteras.


"Si tú eres reconocido como refugiado, el Estado que da asilo se compromete a dar protección", explicó a dpa el director ejecutivo de Sin Fronteras, Emilio Chávez. En cambio, con las visas humanitarias dependen de sus propios medios, de sus familias y de la ayuda de ONG's.


"Algunos han sido acogidos en casas de otros que también están en una situación complicada", afirmó Chávez. "Sufren discriminación, problemas para acceder al empleo e incluso los que ya estaban en México y tenían cierta estabilidad antes del terremoto, como estudiantes apoyados por sus familias desde Haití, ahora la perdieron".


"Garry" piensa que si su esposa e hijos pudieran viajar, lejos de complicarse las cosas, se facilitarían. "Mi esposa tiene muchas capacidades. Habla español, inglés, francés, creole. Podría trabajar como profesora de francés en la universidad o dar clases en casa".


Desde el terremoto del 12 de enero hasta mayo, la ONG atendió a 206 haitianos, en comparación con los 175 de todo 2009. De ellos, 15 tienen algún tipo de empleo (7,3 por ciento) y los 191 restantes están desempleados.


Según Alejandro de la Peña, psicólogo social de Sin Fronteras, "hay hasta diez personas en una casa son sostenidas con un solo empleo". El presupuesto para ayudarlos es escaso y "con el tiempo la gente se va olvidando lo de Haití"

http://www.elpais.cr/articulos.php?id=28387

Santos Presenta Queja contra Jugadores Pumas por Racismo

Por Rogelio Arredondo
Posted 05/11/2010

Después de que durante un partido de fútbol celebrado entre los Pumas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y Santos de Torreón, jugadores del equipo universitario insultaran con calificativos racistas al defensa del equipo de la comarca lagunera, Felipe Baloy, Santos presentará una protesta en la Federación Mexicana de Fútbol (FMF).

"Es una situación reprobable que un jugador sea insultado de esa manera; Baloy está muy molesto pero tiene todo nuestro apoyo y en su momento se dará esa situación, estamos en tiempo y forma; la FMF está enterada y lo más importante es la situación del jugador," comentó Gustavo Villa, vicepresidente del Club Santos.

De acuerdo a las declaraciones de Baloy, los jugadores Marco Palacios y Darío Verón lo insultaron llamándolo "mono", "negro" y "esclavo".

Por su parte, Mario Trejo, director deportivo de los Pumas, dijo que desconocía los hechos al respecto del comportamiento de los jugadores de la institución universitaria y aseguró que hay "situaciones que son naturales del juego".

"En la cancha se dicen muchas cosas, no nada más de carácter personal sino de familia, se da mucho eso. Entendería manifestación racista con alguna expresión de la tribuna, en los periódicos o expresión pública," dijo Trejo.

viernes, 9 de julio de 2010

Acusan a Televisa de racista

Alicia Estrada
Agencia Reforma | 07-07-2010 | 21:19 | Espectáculos

Los Angeles— A pesar de que en la Copa Mundial de Futbol piden un alto a la discriminación racial, en México se promueve el racismo a través de la principal cadena televisiva que tiene los derechos para transmitir los partidos con sus sketches cómicos, afirmó Los Angeles Times.

Según el diario, Televisa utiliza personajes caracterizando en sus parodias a los africanos, anfitriones de la máxima justa futbolera, en una nota llamada ‘La cara fea del racismo aparece en México’, firmada por Tracy Wilkinson, quien se encuentra reportando de la Ciudad de México.

En el artículo acusan al programa ‘Primero el Mundial’, conducido por Carlos Loret de Mola, Brozo, Enrique Burak y Jacqueline Bracamontes, donde muestran personajes africanos caricaturizados (personas con caras pintadas de negro, pelucas, vestimenta de pieles y armados con lanzas), en pleno siglo XXI.

Sin embargo, de acuerdo a la publicación, Televisa argumentó que se trata de una parodia inofensiva.

Ante la respuesta, la periodista dijo que después de todo, uno de los co-anfitriones del programa es un payaso de pelo verde y las audiencias están por las nubes.


No predican con el ejemplo

En el partido Holanda contra Brasil, en los cuartos de final, los dos equipos mostraron al mundo una pancarta que decía ‘No al racismo’.

“Pero esto es México y la definición de racismo es complicada e influenciada por la propia relación torturada con fuerzas invasores y con las culturas indígenas. Muchos mexicanos dicen que no son racistas o que existe poco racismo en México, una nación, después de todo, de mestizos, que son de sangre europea e indígena”, se informa en el periódico.

El artículo también señala que lo que parece ser para los mexicanos apodos de afecto o amistad, para los estadounidenses son términos ofensivos que hieren la sensibilidad.

“A pesar de todo, en México y otras partes de América Latina, personas operan con un nivel de comodidad diferente cuando se trata de atributos físicos. Sigue siendo común para los mexicanos a utilizar apodos como ‘chino’ para alguien con ojos en forma de almendra, ‘negrito’ para una persona con piel oscura, ‘gordo’, para alguien sobrepasado de peso. Estos términos son escandalosos cuando se ve a través del prisma de las sensibilidades de los estadounidenses, pero aquí (en México) se utilizan generalmente en un contexto de afecto y amistad”.

Agregan que el problema del enfoque al racismo en México estalló cuando el entonces presidente Vicente Fox, en lo que iba a ser una defensa de la inmigración mexicana a Estados Unidos, dijo a una audiencia que los inmigrantes mexicanos eran necesarios, ya que realizan los trabajos que “ni siquiera los negros” querían hacer.


jueves, 13 de mayo de 2010

Retiren a las mujeres vestidas como indias

De paseo por Polanco, las tzeltales Cecilia y Petrona fueron objeto de manifestaciones de rechazo sólo por su apariencia. Esta es la crónica de esa discriminación de baja intensidad

NATALIA GÓMEZ QUINTERO
EL UNIVERSAL
JUEVES 13 DE MAYO DE 2010
NATALIA.GOMEZ@ELUNIVERSAL.COM.MX

Cuando las dos mujeres de no más de un metro con 45 centímetros, de tez morena y con faldas largas color azul oscuro se encaminaron a la entrada de un centro comercial de Polanco, la alerta entre el personal de seguridad privado fue general. Las miradas nada discretas de hombres de traje las vigilaban cada segundo.

Aquello se convirtió en una especie de hostigamiento visual. Parecía que la presencia de Cecilia y Petrona, dos indígenas tzeltales de Tenejapa, Chiapas, representaba la profanación del lugar considerado el fashion hall o pasillo de moda, ese que los publicistas llaman “espacio único al aire libre para las compras de artículos de marcas prestigiadas, entre un equilibrio de belleza y glamour”.

Aquella era una muestra de lo que los académicos llaman “discriminación de baja intensidad”, un fenómeno social muy extendido en nuestro país.
Rompen con la “normalidad”

Para los vigilantes del centro comercial, Cecilia y Petrona rompían con la “normalidad”. En los radio-comunicadores del personal de seguridad se oían las frases: “Atención, dos mujeres vestidas como indias se están tomando fotos a la entrada de la plaza; indíquenles que no se puede; retírenlas”.

Ese fue uno de, al menos, seis actos discriminatorios que las mujeres chiapanecas experimentaron durante un paseo de tres horas por Polanco.

La diferencia la hacía su atuendo y su forma de hablar, características suficientes para reforzar los datos de la primera y única Encuesta Nacional sobre Discriminación en México hecha en 2006, que indica que la frecuencia de discriminación se da en los grupos más expuestos, como las mujeres, los indígenas, los adultos mayores, las minorías religiosas, los discapacitados y las personas con preferencias sexuales diferentes.

Las estadísticas revelan que 42.8% de los mexicanos se han sentido discriminados en el trabajo por su origen étnico y 41.5% relegados en su empleo por su apariencia física.

Cecilia Pérez Girón y Petrona Girón Gómez, de 23 y 29 años, respectivamente, iniciaron su periplo en la plaza de la Ciudadela, donde trabajan y viven con su familia, a la que ayudan a vender prendas tradicionales de Chiapas.

Ahí, justo afuera del mercado de artesanías, comenzó el paseo y también el acoso de miradas extrañadas, e incluso burlonas, de gente sorprendida porque las mujeres vestían trajes típicos: nahua (falda larga con una hilera de flores bordada) y huipil (blusa con fondo blanco y bordados de colores rojos y naranjas).

Ellas abordaron un taxi con rumbo a Polanco, la primera parada de su paseo. Cecilia se convirtió en la guía y traductora al tzeltal. Ella habla español y su compañera lo entiende poco.
El escaneo visual

¿Dónde está la entrada de la plaza?, preguntó Cecilia a un joven del valet parking del lugar. El chico le señaló con la mano las puertas corredizas de cristal. Las indígenas avanzaron y el acomodador de autos no disimuló una especie de escaneo visual hacia las mujeres.

Antes de que entraran, los vigilantes del interior ya sabían de su presencia. Ellas recorrieron los pasillos de mosaico y madera, vieron la ropa de niños y se acordaron de los suyos que se quedaron en Tenejapa, al cuidado de sus abuelas.

Las acompañaban los ojos vigilantes y la alteración contenida de los cuidadores cuando se acercaban a “las otras personas”. Descansaron unos minutos y salieron para continuar con el recorrido. En ese momento, fue justo cuando los vigilantes intervinieron para evitar que Cecilia y Petrona se tomaran fotos con el fondo de la que llaman “exclusiva plaza”.

Su curiosidad por ver lo que se vendía en esos comercios de la avenida Presidente Mazaryk las dirigió a una tienda de bolsas. La chica que atendía el lugar apresuró la llamada telefónica que sostenía para atender a las visitantes.

Temor a lo diferente

“¿Buenas tardes, les puedo ayudar?” No, gracias, sólo vemos”, respondió Cecilia. La vendedora, sin embargo, no se sentó despreocupada a que admiraran sus productos, más bien sus ojos se fijaron de manera directa a las manos morenas que alzaban y acariciaban bolsas.


“¿Este es su precio? Híjole, está carísimo, pero la verdad ni nos gustan, ¿verdad?”, decía Cecilia a Petrona entre risas, al referirse a una bolsa. Salieron del lugar y caminaron por las aceras, viendo aparadores de marcas y diseñadores reconocidos a nivel mundial.

Fueron cuatro calles las que recorrieron hasta llegar a la tienda de un diseñador italiano. Los curiosos tomaban como un show su paso frente a boutiques y comercios de la zona. Había risas sin disimulo y curiosidad por saber qué hacían esas mujeres ahí.

Ningún vestido de los aparadores les gustó. “Son demasiado escotados y otros están muy cortos, nunca me los pondría”, decía Cecilia, quien con la moda italiana sí quedó convencida. Encontró un suéter color hueso con aplicaciones de flores que le encantó.

“Está muy bonito, ¿ese es su precio?”, preguntó. La vendedora, que no cesó en perseguirlas por toda la tienda, sólo asintió con la cabeza. La prenda que le gustó costaba 16 mil 500 pesos.
Causan nerviosismo

Ellas siguieron su camino una calle adelante. Ahí se ubica una joyería de alta calidad. Una mujer y un hombre uniformados estaban en la entrada. “¿Será que podemos pasar?”, preguntó Cecilia. El señor de seguridad volteó a ver a la chica que lo acompañaba. “¿Las dejamos entrar?” Ella alzó los hombros y le dijo “Déjalas pasar. ¿Qué pueden hacer?”

Dentro del pequeño establecimiento, Cecilia y Petrona se dirigieron a ver las pulseras. Una de las vendedoras salió de inmediato detrás del mostrador. “¿Le puedo ayudar en algo, señora? ¿Le puedo ayudar en algo, señora?”, decía cada vez en tonos más altos y un poco desesperada por la falta de respuesta.

Las indígenas no percibieron que les llamaban a ellas. “¿Esta pulsera cuánto cuesta?”, preguntó finalmente Cecilia. Aliviada, la mujer que segundos antes las asediaba, abrió el catálogo que tenía en la mano y le dijo su precio: “3 mil 200”. Sólo se escuchó el “¡Ahhh!” indiferente de quien solicitó la información.

Cecilia fue a otro mostrador donde había anillos, la siguió Petrona y también la mujer de negro.

En el lugar había tensión por la presencia de las indígenas; las cosas se habían salido de su equilibrio; no se comprendía su presencia. La vendedora intentó relajar el ambiente y les preguntó sobre su vestimenta que les atravesaba el vientre con una faja: “¿De dónde es tu amarrado?” “de Chiapas”, dijo Cecilia. “¿De qué parte?” “de Tenejapa…” “Está muy bonito… “¿Están buscando alguna cosa en especial?” “Cuánto cuesta este anillo?”, preguntó la indígena. “Más de 3 mil pesos… ¿Buscan algo más económico, verdad?”, ellas dijeron que sí.
“Las atenderán con todo placer”

Cecilia y Petrona se despidieron. Era el momento de ir a tomar un postre en un restaurante italiano.

Las mujeres se sentaron en las mesas que invaden la banqueta, luciendo su vestimenta tradicional, esa que, reconocen, habitualmente ya no utilizan las generaciones jóvenes de tzeltales y que incluso entre la misma comunidad llegan a ser motivo de burla.

Sólo Petrona tenía puesto el atuendo típico porque Cecilia no tenía a la mano
su huipil. Llegó el mesero, les puso sus servilletas en las piernas pero luego nunca se dirigió a ellas, sino siempre a la reportera que las acompañaba.

—¿Saben sobre la Ley de Arizona que permite a los policías detener a las personas sólo por su apariencia física?

—Sí, esa en que los agarran y los regresan para México. Está bien difícil.

—¿A ustedes las han maltratado por ser indígenas?

—No, nunca —afirmaron las tzeltales.

Durante la estancia en ese restaurante hubo extrañeza entre los meseros e incluso burlas. Cuando el capitán llegó a decir “les dejo a mi compañero que les atenderá con todo placer”, a sólo unos cuantos metros algunos de sus compañeros se rieron.

Pero Cecilia y Petrona nunca se dieron cuenta -o prefirieron ignorar- los desplantes de gente con la que comparten no sólo el color de piel sino también la nacionalidad.

sábado, 8 de mayo de 2010

Secuestros de Estado

Ricardo Rocha
Detrás de la Noticia
04 de mayo de 2010

Si el secuestro implica privación ilegal de la libertad es eso lo que está haciendo el gobierno federal en contra de cientos de ciudadanos mexicanos. Se les detiene ilegalmente, se les acusa ilegalmente, se les procesa ilegalmente y se les encarcela ilegalmente. Son los casos de Jacinta Francisco Marcial, Alberta Alcántara Juan y Teresa González Cornelio.

Por eso ahora el gobierno calderonista anda con la cola entre las patas a causa de este gigantesco ridículo judicial y mediático. Se les advirtió una y otra vez, pero nunca hicieron caso. Pudieron más la soberbia del poder temporal y la arrogancia típica de los nuevos ricos. Esas que impiden dos actos de grandeza tan simples como profundos: me equivoqué y me propongo enmendar.

El problema es que en los casos de estas tres mexicanas otomíes no había equivocación alguna. Desde siempre, todos —gobierno, policías y juez— supieron que no había delito, que se trataba de una venganza en contra de tres alzadas que se les pusieron al brinco. Un escarmiento aterrorizante para que los pinches indios de Mexquititlán y alrededores aprendan a respetar el poder y las pistolas. Por eso nadie con medio gramo de inteligencia puede creer que se tardaron 5 meses en investigar los hechos del tianguis dominical; en cambio ahora cuadra la versión de que en ese lapso fabricaron la acusación escogiendo como víctimas propiciatorias a tres mujeres a las que creyeron poder pisotear y triturar, sin que hubiera la mas mínima consecuencia. Como ocurre con miles de casos similares a lo largo y ancho de este país agraviado.

Por eso, luego de festejar legítimamente la liberación de Alberta y Teresa tenemos todo el legítimo derecho a plantearle al gobierno federal: ¿Qué van a hacer ahora? ¿De verdad creen que es suficiente con reconocer —qué generosos— el fallo de la Corte? No. Contundentemente no. Si algún rasgo de dignidad quieren rescatar de todo este desastre deberán empezar por ofrecer una gran disculpa pública. Luego intentar la reparación del daño a Alberta, Teresa y sus familiares, aunque nada les devolverá los 4 años de vida en que —ellas sí— estuvieron secuestradas. Pero sobre todo, debiera castigarse a los responsables de ese secuestro de estado. Ahí están: Medina Mora, que era procurador cuando aquellos hechos; el juez —con larga cola de corrupto— Rodolfo Pedraza Longi y, por supuesto, los mentirosos y transísimas seis agentes de la AFI Juan Francisco Melo Sánchez, Jorge Evaristo Preda, Luis Eduardo Nache, Antonio Guadalupe Romero, Antonio Bautista y Jorge Ernesto Cervantes Peñuelas. Sólo entonces se hará justicia.

http://www.eluniversal.com.mx/columnas/83743.html


El racismo en México

Por Agustín Basave

No nos gusta admitirlo, pero en México hay racismo. A contrapelo de una educación pública formalmente indigenista e hispanófoba, y con mucha mayor eficacia, se difunden en nuestra sociedad paradigmas culturales y arquetipos estético eróticos que denigran a la gran mayoría de nuestra población. Contra la visión escrita de los vencidos se impone la historia oral de los vencedores. Los libros de texto gratuitos no han podido contrarrestar el influjo de muchas generaciones de criollos privilegiados, apuntalados por los publicistas y por los guionistas y los encargados del casting de las telenovelas. Ya no se publicita cínicamente a “la rubia Superior” pero se sigue vendiendo la misma fórmula: blancura igual a belleza, inteligencia y riqueza.

El fenómeno se origina en el encontronazo entre dos mundos y sus secuelas. Los españoles derrotaron a los indios y los sojuzgaron, quedando unos en condición de patrones y otros en calidad de sirvientes. Los descendientes de ambos conservaron, en mayor o menor medida y salvo pocas excepciones, esos papeles. Durante más de cuatro siglos quienes han acaparado el dinero y la educación tienen pinta de europeos, y los que han cargado con la pobreza y la ignorancia se parecen más a los indígenas. Ante a esa realidad, tan lacerante como ostensible, la discriminación y el complejo de inferioridad proliferan. No es fácil para los mestizos desechar las pretensiones de los criollos de ser los poseedores de la virtud absoluta, cuando los hechos con los que se topan en su vida cotidiana les reiteran que siguen perdiendo la batalla por los mejores espacios socioeconómicos, políticos y culturales. Entre los desfavorecidos hay quienes se dan cuenta de que el terreno de juego no es parejo, de que no hay igualdad de oportunidades, pero muchos otros simplemente se allanan a la injusticia. Desarrollan así aspiraciones antinaturales y caen consciente o inconscientemente en la frustración.

El tema es tabú. A los mexicanos nos gusta pensar que no somos racistas, que ése es un estigma de otros países. Pero la verdad es que aquí el racismo no sólo existe sino que en cierto modo es peor que el que prevalece, por ejemplo, en Estados Unidos o Europa, porque allá se trata de mayorías que discriminan minorías mientras que aquí es a la inversa. Sí, tenemos una suerte de apartheid informal cuyas bases no son las leyes sino las reglas no escritas. Y es que permanece la correlación entre raza y clase que Andrés Molina Enríquez describió en Los grandes problemas nacionales: casi todos los criollos somos burgueses y casi todos los burgueses somos criollos, como en su inmensa mayoría la población indomestiza y el proletariado son lo mismo. Y esa inequidad es causa y efecto de los más destructivos, nefastos y estúpidos prejuicios.

En México el criollo es rico y el indomestizo es pobre. Si observamos nuestra pirámide social podemos apreciar la correlación: el vértice lo monopolizan los mexicanos de raza blanca, cuyo número disminuye conforme baja el ingreso en la misma proporción en que aumenta, hasta colmar la base, el de los mexicanos morenos. Quien niega esta realidad aduciendo la dificultad de distinguir unos de otros se engaña a sí mismo. Es evidente que en las élites partidistas, empresariales y hasta sindicales predomina el criollaje. El fenómeno es un poco menos obvio en la jerarquía eclesiástica y, sobre todo, en la cúpula militar, porque afortunadamente nuestras Fuerzas Armadas no tienen la raigambre aristocrática de otros ejércitos latinoamericanos. Pero aún en esas dos instituciones las excepciones confirman la regla.

Ahora bien, denunciar nuestro racismo presupone demostrar que aquí la pigmentación cutánea y la fisonomía inciden en el ascenso social. Y es que habrá quien argumente que las causas de la segregación mexicana son meramente históricas, que se limitan a la continuación de la división socioétnica que mencioné anteriormente. El argumento es endeble, sin embargo, porque lo que distingue a una sociedad de clases de una estructura de castas es precisamente la capilaridad. En cualquier país capitalista es difícil que una persona nazca pobre y muera rica, pero la dificultad es menor si no hay barreras de discriminación racial que desnivelen más la cancha de las oportunidades. Y creo que es evidente que en México los indomestizos, por el sólo hecho de serlo, tienen una desventaja que los criollos sólo experimentamos las pocas veces que nos toca padecer la otra cara de la moneda racista.

Podría decirse que algo similar ocurre en Estados Unidos y en Europa, y es verdad. La diferencia es que allá, además de pobres negros, asiáticos o latinos, hay muchos pobres blancos; de hecho hay ocasiones en que la única forma de distinguir en un restaurante caro a un mesero de un comensal es la ropa que uno y otro traen puesta. Aquí no. Cuéntense en los comederos elegantes de México los clientes mestizos y los empleados criollos, o cuéntense en los barrios proletarios a los vecinos criollos y en las colonias de lujo a los residentes mestizos. Sobran dedos de la mano. Y el ejercicio puede realizarse en cualquier ciudad del país, porque la migración ha borrado la supuesta diferencia entre el México conquistado del sur y el México colonizado de norte.

Entre muchos mexicanos la palabra “indio” sigue siendo un insulto, sinónimo de hombre incivilizado o tonto. Las etimologías del vocablo “naco” están asociadas al mundo prehispánico. Y en la sexualidad, nuestros paradigmas estéticos son mediterráneos o nórdicos, no mestizoamericanos. Cuando la soberbia ignara lleva a decir que una mujer “tiene tipo corriente” o “parece sirvienta” quiere decirse que posee facciones indígenas, y si se califica a un hombre como “distinguido” es porque tiene rasgos norteamericanos o europeos. Peor aún, en la advertencia a quienes buscan ciertos empleos (“se requiere buena presentación”) el mensaje implícito es que a mayor aspecto caucásico mayores probabilidades de obtener el trabajo. Y qué decir de aquellos letreros de “nos reservamos el derecho de admisión” que se despliegan en centros nocturnos; pregúntese en corto a quienes aplican el filtro si el color de tez de los candidatos a entrar influye o no en su criterio.

Conste que hablo de un mal de muchos. He aquí lo más grave de nuestro racismo: ya no sólo se incuba sólo en la minoría criolla sino incluso dentro de la mismísima mayoría mestiza, lo cual explica nuestro complejo de inferioridad. Que un criollo celebre a un inmigrante por su blancura y no por sus cualidades aduciendo que “hay que mejorar la raza” es una señal de imbecilidad, pero que lo haga un mestizo es un síntoma de degradación social. Y eso sucede con mayor o menor disimulo. Se trata de una interpretación de la realidad que se ha popularizado: aunque la historia oficial exalta al indio muerto por el esplendor de sus civilizaciones, las reglas del social-climbing vilipendian al indio vivo por su miseria. Se ha inculcado así en algunos mestizos una pulsión aspiracional que los hace soñar no sólo con ganar más dinero sino también con blanquear su descendencia, como algunos orientales anhelan operarse sus ojos rasgados para parecer occidentales. Si eso no es un instinto autodestructivo, no sé qué sea.

México es un país habitado por una mayoría mestiza. En el mestizaje cultural reside el germen de nuestra identidad y de nuestra grandeza, aunque les pese a algunos multiculturalistas. Es autodenigrante que nuestra televisión y nuestros referentes sociales privilegien, a veces más que los europeos o norteamericanos, arquetipos de minorías, y es absurdo que haya quien piense que la población criolla es más bella o inteligente que la indomestiza. Hace más de medio siglo se superaron las falacias de que la raza es la variable que determina el progreso humano y de que hay grupos raciales superiores e inferiores. Mientras persistan entre nosotros esos prejuicios y nos empeñemos en mantenerlos como el secreto mejor guardado vamos a alentar el suicidio nacional. La solución es resolver nuestra crisis identitaria y cimentar la autoestima de nuestro pueblo mediante la educación, la formal y la informal. Sólo así podremos acabar de una vez por todas con el racismo mexicano.

jueves, 28 de enero de 2010

Reniega diputado por apoyo a Haití

Ana Laura Mondragón * CP. Mientras el jefe de Gobierno del Distrito Federal, Marcelo Ebrard Casaubón, apoya la ayuda al país de Haití tras el devastador terremoto de 7.3 grados, el diputado federal neoperredista, Ariel Gómez "El Chunko" en su programa de radio renegó del apoyo a los afectados debido a que de su cheque como legislador le hicieron un descuento para la donación.

En un documento dirigido a la redacción de Cuarto Poder, lectores molestos por la actitud que muestra este locutor, indicaron que mientras verdaderos militantes perredistas y de otros partidos, han convocado para que se solidarice el pueblo de México ante el drama que están viviendo miles, dicho personaje se burla de la desgracia utilizando la radio para calificar a los afectados como "abusivos", por lo que la Secretaría de Gobernación debería sancionarlo.

"En los medios como la televisión observamos la cara de la gente (damnificados) cuando les reparten ayuda, no son caras de necesidad, más bien de una insaciable abusivez", comentó el legislador en el programa de radio que conduce en el receso legislativo.


Además dijo que como todos son negros y se parecen tanto, había que marcarlos con una tinta indeleble para que no les repita la ayuda; la tinta tiene que ser blanca porque la que usa el IFE no se les notaría por ser tan negros".

Asimismo, el legislador lamentó que el Congreso de la Unión no le pidiera permiso para descontarle recursos para enviar al país afectado en pasadas fechas.

"A nosotros no nos preguntaron, nos lo descontaron del cheque", dijo al aire.

Los lectores molestos añadieron que El Chunko al final de su programa buscó justificar su actitud, agregando que no le importaba lo que se pensara de sus comentarios, ya que estaba acostumbrado a hablar con la verdad.

Finalmente, lamentaron que en la máxima tribuna del país se le esté dando cabida a esta clase de personas a la que calificaron de indeseable.