jueves, 15 de septiembre de 2011

Afromexicanos son discriminados en retenes militares en Guerrero

Por Ismael Flores
9 de septiembre de 2011

Las comunidades de afromexicanos y afrodescendientes del estado de Guerrero enfrentan una situación nada halagadora. En los múltiples retenes policiacos y militares que se han instalado en la zona, los uniformados han detenido a pobladores afromexicanos por considerarlos migrantes centroamericanos o caribeños. En lo que es una clara violación a los Derechos Humanos y sus garantías constitucionales, se les pide que entonen el Himno Nacional antes de siquiera pedirles que presenten sus documentos. Benigno Gallardo, del Movimiento Nacional Afromexicano, denunció durante el foro “Panorama del cumplimiento de las obligaciones internacionales del Estado mexicano para prevenir y eliminar la discriminación racial, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia”, que:

Los soldados que a veces son trasladados de los estados del norte creen que en México no hay negros, y pese a que se les presenta la credencial de elector dudan de ésta y creen que es falsa. (…). Creen que somos migrantes centroamericanos y nos ponen a cantar el Himno Nacional, cuando a veces ni ellos se los saben.

Esta práctica absurda y de flagrante discriminación no les parecerá en nada extraña a los habitantes del sur del país, quienes desde hace una década enfrentan esta clase de situaciones en las carreteras, principalmente, de Chiapas, donde los militares son juez y parte en decidir quién parece mexicano y quién no. Sin embargo, la discriminación hacia la población afromexicana no se limitan a los retenes del estado de Guerrero. Durante el mismo foro, Pastor Elías Murillo, relator del Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial de Naciones Unidas, comentó que hace tiempo se registró una denuncia interpuesta por un mexicano afrodescendiente que, en el aeropuerto internacional de la ciudad de México, padeció discriminación por parte de las autoridades migratorias que dudaban de su nacionalidad, obligándolo a cantar el Himno Nacional para demostrar que era mexicano.

Esta clase de situaciones se desprenden de la reticencia de reivindicar nuestra tercera raíz cultural como una pieza clave en nuestra historia e identidad nacionales. Las múltiples comunidades de afromexicanos y afrodescendientes ha demandado en épocas recientes su reconocimiento no sólo por parte de las instituciones de impartición de justicia, sino también por las educativas y culturales que, hasta el momento, han realizado muy pocos esfuerzos para difundir que nuestro país no sólo es el fruto del mestizaje entre indígenas y españoles, sino de un crisol más amplio de razas, donde la raza negra es una de las más importantes.

Racismo en México: una deuda histórica (más)

Por Ismael Flores

Hoy se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Discriminación Racial; efeméride que la celebraran en su pueblo, porque en México no somos racistas. Al contrario, nos rasgamos las vestiduras y agitamos el puño en el aire por el maltrato del que son víctimas nuestros connacionales en los países del primer mundo. Racistas los ingleses —decimos—, que nos pintan como sombrerudos flatulentos; los gringos que, literalmente, cazan a quien parezca mexicano (sea o no ilegal); los españoles que, sin más ni más, te detienen por ser un presunto terrorista, (cuando realidad estudias tu doctorado).


Sí, racistas los otros, porque en nuestro país somos a todo dar, una explosión de sonrisas a lo United Colors of Benneton en un pantone donde predomina el café; crisol de culturas, hermanos —insértense aquí unos golpes de pecho y, tal vez, un pacto de sangre— de América Latina. Una nación con raíces, amigos del mundo y… demás frases hechas propias de los videos de propaganda turística que de alguna forma inaudita nos vendan los ojos ante una realidad en exceso desagradable: en México no toleramos —ni mucho menos, consideramos iguales— a las personas de otra raza, sean de ascendencia africana, indígena, asiática o centroamericana. El color de la piel y los rasgos físicos pesan como pocas cosas en nuestro país.


La discriminación racial es una enfermedad que como nación contrajimos dese la cuna. Por mucho que nuestro patrioterismo bicentenario nos impida aceptarlo, mucho de lo que somos —tanto en lo bueno, como en lo malo— se gestó en esa laguna mental de nuestros programas educativos: el periodo colonial. Tras la derrota de los pueblos indígenas y el asentamiento de un gobierno altamente burocrático (cáncer que terminaría hundiendo a la Corona Española), la sociedad novohispana comenzó a formarse alrededor de un complicado sistema de privilegios basados en la ascendencia racial, donde los españoles peninsulares ocupaban el puesto más alto de la pirámide económica y los esclavos importados de África el escalafón más bajo.

Al igual que en el resto de la colonias alrededor del mundo (África, Asia e incluso Norteamérica), la adscripción a determinada raza signaba las posibilidades del individuo dentro de su entorno, de ahí la fuerte necesidad por establecer un “sistema de castas” donde se pudiera catalogar a los individuos a partir del “humano modelo”, es decir, el español peninsular (los nacidos en España). Ellos, al ocupar el peldaño más elevado, podían aspirar a los cargos más altos dentro del gobierno y la jerarquía eclesiástica, mientras que los criollos (españoles nacidos en América), por ser considerados “nativos”, eran designados a puestos más insignificantes. Y de ahí, hacia abajo, las cosas se ponían peores, hasta llegar al nivel de esclavitud.

A pesar de una guerra de Independencia y una posterior Revolución, en México el sistema de castas sigue interiorizado en nuestras mentes. Atengámonos a la definición de “racismo” que publica el CONAPRED, inspirada en los estudios del sociólogo Anthony Guiddens:

Atribución de rasgos de superioridad o inferioridad a una población que comparte ciertas características heredadas físicamente. El racismo es una forma específica de prejuicio que se centra en las variaciones físicas que hay entre los pueblos. Las actitudes racistas se vieron fortalecidas durante el periodo de expansión colonial de Occidente, pero parece que también subyacen a los mecanismos de prejuicio y discriminación que se dan en muchos contextos de las sociedades humanas

En nuestra cultura el tono de piel claro es asociado a un estatus económico alto, mientras que las tonalidades oscuras son referidas a un nivel bajo. El estereotipo de belleza dominante también gira en torno al estereotipo caucásico: piel rosada, ojos claros, cabellera lacia y rubia como el oro (quien lo dude cuente cuántas cabelleras de peróxido se cruzan en su camino diario; será una cifra elevado, lo prometo). Y aunque muchos digan que es un modelo entrado en desuso, observe con cuidado la televisión y la publicidad: ¿dónde están las morenas?

Y en la práctica —según la última encuesta del CONAPRED— más de la mitad de los mexicanos percibe que las personas son insultadas en la calle por su color de piel, además de que el 23.3% de nuestra población no estaría dispuesta a compartir casa con personas de otra raza. Y aunque en México habitan más de 450 mil personas de ascendencia africana, su participación en la vida del país no es reconocida, al contrario, es invisibilizada, propiciando la violación de sus derechos.

Como en los doce pasos de alcohólicos anónimos, el primer paso es reconocer que hay un problema. Cuando dejemos de hacer la aclaración (ridícula) de moreno CLARO, logremos reconocer las diferencias entre un nahua y un mazateco en vez de dedicarles un genérico “indios”, cuando el sudamericano querido y peleado deje de ser la argentina o el chileno “porque son güeros” y el descendiente de africanos sea para el común de la población alguien que no se llama Memín Penguín o se apellide “Sandía”, entonces y sólo entonces estaremos un paso adelante en la construcción de una nación más equitativa y comenzaremos a sanar y saldar heridas y deudas históricas.

Racismo daña la salud mental de jóvenes: estudio

Las diferencias fueron explicadas por las experiencias de discriminación y porque las personas morenas se percibían menos atractivas

Jueves 01 de septiembre de 2011Natalia Gómez | El Universalnatalia.gomez@eluniversal.com.mx

Una investigación, que por primera vez documenta los posibles efectos del racismo en la salud mental de la población urbana de México, indica que las personas de piel morena tuvieron niveles más bajos de autoestima y vitalidad, pero más altos de cansancio y consumo de alcohol.

Las diferencias fueron explicadas por las experiencias de discriminación y porque las personas morenas se percibían menos atractivas.

El estudio explica que uno de los problemas con el racismo en México es que las formas de discriminación no son abiertas, pues no hay ningún grupo eugenésico que luche por la “pureza racial”. Sin embargo, “esto no significa que el racismo no exista, más bien que el racismo es expresado en formas veladas o sutiles”.

El 43% de los mexicanos considera que la población indígena siempre enfrentará limitaciones sociales debido a sus características raciales, y 34.1% expresó que los indígenas, para surgir de la pobreza, requerirán evitar su “comportamiento indio”.

El estudio fue realizado entre estudiantes universitarios de áreas de la salud y publicado como artículo médico este año en la revista Salud Pública de México.

En el trabajo se encontró que la forma más frecuente de discriminación es el comportamiento de una manera superior frente a los estudiantes; 74.1% respondió haber pasado por ello al menos una vez en su vida.

Quienes habían experimentado el maltrato arrojaron niveles inferiores de amor propio y vitalidad y los niveles más altos de fatiga. Los estudiantes que reportaron experiencias de hostigamiento tenían menos amor propio y vitalidad y los niveles más altos de consumo de alcohol y fatiga.

Los estudiantes de piel morena tenían niveles inferiores de amor propio en comparación con los estudiantes de piel blanca.

Visión eurocéntrica de belleza

Las conclusiones de este estudio complementan las de investigadores en el campo de las Ciencias Sociales en México que advierten de prácticas discriminatorias por el color de piel: estudiantes morenos tenían una probabilidad mayor de experimentar la discriminación.

Los investigadores Luis Ortiz Hernández, Sandra Compeán Dardón, Elizabeth Verde Flota y Maricela Nanet Flores Martínez explican que este modelo podría ser atribuido a la visión eurocéntrica que predomina en México.

Asimismo, explican que la belleza es una construcción social cuya definición varía según el tiempo y el lugar, por lo que las diferencias en la autopercepción de ser estudiantes atractivos fueron en términos de color de la piel.

La piel blanca es equivalente a la belleza y la piel marrón es evaluada en términos negativos.

Estas diferencias fueron explicadas por los investigadores por las experiencias de discriminación de los entrevistados, y por el hecho de que los estudiantes de piel marrón se percibieron como menos atractivos

http://www.eluniversal.com.mx/notas/790212.html