Por Mónica Maristain
Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo).- Se llama Iazua Larios y es una de las actrices más bellas y talentosas de la nueva camada mexicana. Sin embargo, sus rasgos aindiados y su falta de “contactos” en la televisión y el cine de nuestro país la conminaron a recorrer un camino distinto, peculiar.
Estudió actuación en Barcelona y no para de trabajar, aun cuando esté todo el tiempo con la maleta en ristre, viajando entre Europa y México para participar en audiciones y tomar papeles interesantes para su manera de entender un oficio complejo y siempre enriquecedor como el suyo.
En el cine, participó en Apocalypto (2006), Espiral (2008) y La última película (2013), entre otras y en la Televisión Española hizo el papel de La Malinche para serie Carlos Rey, Emperador, actualmente en pantalla.
Ahora filma en Croacia la serie alemana Winnetou, basada en los libros de Karl May (1842-1912), una especie de Emilio Salgari germano, gran representante de la literatura de aventuras en dicho país europeo.
Casada con el cineasta Alejandro Cárdenas, de quien conocimos su revelador documentalOasis sobre la homosexualidad y el Sida en la comunidad maya, Iazua Larios es el ejemplo de una voluntad inclaudicable para cumplir los propósitos esenciales de su existencia.
Tanto así que el reciente nacimiento del primer hijo de la pareja, Jonás, no le ha impedido tomar responsabilidades laborales de alta exigencia y aunque insiste en que el camino no ha sido fácil, ha valido la pena y sirve además para demostrar que se puede, cuando de ser feliz y pleno se trata.
Iazua nació en Tampico, Tamaulipas pero sólo vivió allí los primeros seis años de su vida. Luego la vida la llevó a Isla Mujeres, Mazatlán, Guanajuato…a los 18 años emigró a Barcelona, para estudiar actuación. En la última década se ha pasado viajando entre México y Europa.
Tiene 30 años y en entrevista con Sin Embargo confiesa lo mucho que le molesta el racismo de la pantalla mexicana, donde una mujer de sus características físicas está condenada a hacer de empleada de la limpieza.
–¿Cómo ha sido tu camino profesional?
–Bueno, ha sido un camino difícil, porque no he tenido la suerte de contar con ningún familiar, ningún contacto de inicio que me metiera en el ambiente artístico. He seguido un camino por mi cuenta y muchas veces se ha hecho cuesta arriba esto de ser actriz. Mientras estudiaba actuación en Barcelona, trabajé de camarera, lavando platos o inventándome algún trabajo alternativo. Estoy contenta porque como actriz tengo la sensación de que todo lo que he estado haciendo lo forjé con un interés genuino sobre este arte que aún hoy es un misterio para mí. No puedo definir muchas cosas todavía en torno a mi oficio y eso es en gran parte el atractivo que posee esta profesión. Continuamente hay que estar en estado de búsqueda. Nunca pude entrar en los circuitos convencionales ni de teatro ni de televisión en México, ya sea porque los grupos de teatro trabajan normalmente con las mismas personas durante años porque no es fácil coincidir en ideas y acciones, ya sea porque la televisión no me resulta interesante, puesto que los papeles que me ofrecen son los de muchacha de la limpieza. Algo que me frustra muchísimo es ver en la televisión mexicana como de forma de regular que las mujeres morenas como yo, que parecemos un poco más indígenas, tienen personajes del servicio. No hay mucha imaginación.
–Bueno, poca imaginación y mucho racismo, ¿no crees?
–Es una prueba clarísima de ese racismo que me molesta en gran manera y resulta sumamente ofensiva. Parece que las telenovelas vivieran en una nube fantasiosa, alejadas totalmente de nuestra realidad, nuestra sociedad. Somos el 90 por ciento de los mexicanos morenos y chaparritos, lamentablemente estamos representados en la televisión como las personas del servicio y eso resulta patético.
–El reciente modelo de una tienda departamental fue Gwyneth Paltrow. Vas a comprar allí y sales igualita a la ex novia de Brad Pitt…
–(risas) Sí, hay ahí una ansiedad de querer parecernos a los europeos, a los gringos, un retrato totalmente desconectado de su sociedad de origen.
–En la pantalla europea, sin embargo, has encontrado un lugar para defender el valor de la mujer indígena
–Justamente, tengo que decir que sí. En Europa los papeles que me han ofrecido han sido para reivindicar a las mujeres indias o indígenas y que han tenido una participación contundente en la historia. Recientemente hice un papel de La Malinche para la serie de la TVE Carlos, Rey Emperador. Además de representar un gran reto para encarnar a personaje que existió y que tanta relevancia tiene en la historia de México, fue suculento meterte en la piel de una mujer y pensar cómo habrían sido sus sentimientos y pensamientos en el 1500. Cómo habrá sido aquello de la llegada de los españoles que fueron considerados extraterrestres. Lo interesante que es la historia de La Malinche, a quien malamente creo que los mexicanos tratan de traidora, algo injusto para un personaje que hay que aprender desde sus propios ojos y en el contexto de su época.
–¿Y en el cine mexicano?
–Creo que hay muchos cineastas que quieren hablar de la mujer indígena y de la mujer mexicana en general en otros términos. Hice, por ejemplo, una película que se llama Espiral, de Jorge Pérez Solano, quien acaba de estrenar La tiricia. Hicimos esa película en un pueblito de Oaxaca, rodeados de montañas y fue para retratar la realidad de un lugar poblado por mujeres, donde los hombres se han ido a probar suerte en los Estados Unidos. Hay mujeres que viven esperando el regreso del hombre, otras se inclinan por un cambio y toman las riendas de su vida. Es un pueblo de mujeres, donde no se sabe si están mejor o peor sin los hombres. Había allí muchos casos de violencia intradoméstica, que es considerado algo cultural, muy arraigado en la comunidad. Hay tantas cosas pendientes por mirar en México, que por supuesto entre mis planes está volver a México e ir a dar voz a estas historias que hace falta contar. Ser una mujer indígena me da la oportunidad de meterme en esos recovecos.
–Las actrices también piensan…
–(risas) Sí, es muy discriminatorio ese cliché que dice que los actores no pensamos, pero felizmente somos un gremio muy preparado y la mayoría de nosotros está insertada en la realidad mexicana. El arte de la actuación requiere estar muy bien situado en la tierra.
http://www.sinembargo.mx/21-09-2015/1490754