lunes, 5 de noviembre de 2007

El vasconcelismo: Desprecio por lo indio (Segunda y última parte)

Rosario Manzanos

México, D.F., 29 de octubre (apro).- La raza cósmica que José Vasconcelos predice implica una fusión, pero una fusión depurada por medio de una selección natural no ya del más fuerte --como postula el naturalista británico Charles Darwin tan criticado por él--, sino por la supremacía del más bello.

Vasconcelos no propugna el asesinato de los seres “inferiores”, como hizo Hitler, sino que dice que éstos elegirán auto-extinguirse.

“Los muy feos no procrearán, no desearán procrear… la escasez de tipos bellos, la miseria que vuelve a la gente fea, todas estas calamidades desaparecerán del estado social futuro… Parecerá un crimen el hecho hoy cotidiano de que una pareja mediocre se ufane de haber multiplicado miseria”. En suma, su filosofía parece llevar a “que se mueran los feos”.

Las circunstancias actuales favorecen el desarrollo de las relaciones sexuales internacionales, lo que, a su vez, favorece la formación de la Raza Cósmica, arguye Vasconcelos. “Los pueblos llamados latinos, por haber sido más fieles a su misión divina de América, son los llamados a consumarla”.

Afirma: Estados Unidos “no ha sido otra cosa que crisol de razas europeas”, ya que allí los negros se han mantenido aparte en lo que hace a la creación del poderío. Luego de Estados Unidos, la nación de más empuje es Argentina, donde se repite la mezcla de razas de origen europeo.

“Es fecunda la mezcla de los linajes similares y es dudosa la mezcla de tipos muy distantes, según ocurrió en el trato de españoles y de indígenas americanos”.

“La misión trascendental” en el mundo correspondió a sajones y latinos, pero los latinos, luego de predominar al comienzo, perdieron terreno a manos de los sajones, en buena medida debido a la “traición” perpetrada por Napoleón quien, al destruir el poderío francés en América, también debilitó a los españoles, contribuyendo al fortalecimiento de Estados Unidos, sostiene Vasconcelos.

Critica que las repúblicas latinoamericanas se hayan “lanzado a hacer vida propia sin atender a los intereses de la raza… No quisieron ni escuchar las advertencias geniales de Bolívar”. Añade que esas “aberraciones” se explican en parte porque los indios no se han terminado de fusionar con los españoles. “Pero esta discordia es más aparente que real. Subsiste la huella de la sangre vertida: huella maldita que no borran los siglos, pero que el peligro común debe anular”.

Un paraíso sin mosquitos

La nueva raza comenzará a cumplir su destino a medida que se inventen los nuevos medios de combatir el calor, afirma en La Raza Cósmica.

La ciencia del hombre blanco se aplicará “a destruir moscas y alimañas, para disipar el bochorno y la fiebre. Entonces, la humanidad entera se derramará sobre el trópico… Los blancos intentarán aprovechar sus inventos en beneficio propio, pero los absorberá la avalancha de los demás pueblos, y deponiendo su orgullo, entrarán con los demás a componer la quinta raza”.

Para el desarrollo de la raza cósmica, no hay, desde luego, problema de superficie, dice Vasconcelos, quien señala además los abundantes recursos naturales y el favorable clima tropical.

“Las grandes civilizaciones se iniciaron entre trópicos y la civilización final volverá al trópico. El panorama de Río de Janeiro nos puede dar una idea de lo que será ese emporio futuro”.

La tierra de promisión estará en la zona que hoy comprende Brasil, Colombia, Venezuela, Ecuador, parte de Perú, parte de Bolivia y el norte de Argentina, asevera.

“Existe el peligro de que la invasión del trópico ocurra antes que la quinta raza acabe de formarse. Si así sucede, por la posesión del Amazonas se librarán batallas que decidirán el destino del mundo. Si el Amazonas lo dominan los ingleses… la aparición de la quinta raza quedará vencida. Pero tal desenlace resultaría absurdo. Los mismos ingleses, en el nuevo clima se volverían mestizos, pero con ellos el proceso de integración sería más lento”, predice Vasconcelos.

“Cerca del gran río se levantará Universópolis y de allí saldrán las predicaciones, las escuadras y los aviones de propaganda de buenas nuevas. Si el Amazonas se hiciese inglés, la metrópoli del mundo ya no se llamaría Universópolis, sino Anglotown, y las armadas guerreras saldrían de allí para imponer el predominio del blanco y el exterminio de sus rivales oscuros.

“La quinta raza no pretenderá excluir a los blancos. No es la guerra contra el blanco nuestra mira, pero sí una guerra contra toda clase de predominio violento. Si no queremos excluir ni a las razas que pudieran ser consideradas como inferiores, mucho menos a una raza llena de empuje y firmes virtudes sociales”, asegura.

“Resta sólo considerar el tercer factor de la transformación, el espiritual. El cruce de razas no va a obedecer a razones de simple proximidad, como cuando el colono blanco tomaba mujer indígena o negra porque no había otra a mano. El cruce de sangre será cada vez más espontáneo, sujeto al gusto; en último caso, a la curiosidad.

“Actualmente, vemos con profundo horror el casamiento de una negra con un blanco; no sentiríamos repugnancia alguna si se tratara del enlace de un Apolo negro con una Venus rubia, lo que prueba que todo lo santifica la belleza. En cambio, es repugnante mirar esas parejas de casados que salen a diario de los juzgados o de los templos, feas en una proporción, más o menos, del noventa por ciento. Si lo que se va a transmitir es estupidez, entonces lo que liga a los padres no es amor, sino instinto oprobioso y ruin.”

Sólo ha faltando el impulso organizador de la nueva especie, el gusto, dice Vasconcelos:

“Por fortuna el don necesario a la quinta raza lo posee en grado subido la gente mestiza del continente iberoamericano.”

Una denominación inadecuada

Fue el presidente argentino Hipólito Irigoyen, quien en 1917 impuso el 12 de octubre como Día de la Raza, como reafirmación de la identidad hispanoamericana frente a Estados Unidos. La propuesta logró luego el apoyo de la mayoría de las naciones del continente, incluyendo Estados Unidos, donde se llama “Día de Colón”. México adoptó la fecha en 1928 por iniciativa de Vasconcelos.

Bajo el reinado de Alfonso XIII, España adoptó en 1918 la denominación de Fiesta de la Raza para conmemorar la llegada de Colón al Nuevo Mundo, aunque en 1958 la cambió por la de Fiesta de la Hispanidad.

El gobierno del actual presidente argentino Néstor Kirchner impulsa una ley para cambiar el nombre de la celebración por el de Día de la Diversidad Cultural. En 2002, el presidente venezolano Hugo Chávez le cambió la denominación al festejo llamándolo “Día de la Resistencia Indígena”. En Chile se llama “Día del Descubrimiento de Dos Mundos”, y en Uruguay, “Día de las Américas”. Brasil no festeja el Día de la Raza.

Aquí no se trata sólo de Vasconcelos, sino básicamente de la América hispanohablante y su sociedad, porque la influencia de Vasconcelos no sólo llega hasta cada rincón de la cultura mexicana, sino que se ha extendido mucho más allá de las fronteras de la nación.

Cuando en 1920 el presidente Álvaro Obregón designó a Vasconcelos como ministro de Educación, introdujo una nueva era cultural en México y, a través de su influencia revolucionaria, en toda América Latina, dice el filósofo mexicano Leopoldo Zea (“Conciencia y Posibilidad del Mexicano”).

“Con su teoría de la tercera etapa (estética) de la evolución humana, Vasconcelos puso las artes visuales al servicio de la revolución”, agrega Zea. (Es la época dorada del muralismo de Rivera, Orozco, Siqueiros y Tamayo, y la de Frida Khalo, con su adopción de atuendos indios.)

En 1931 la Revue de l'Amerique Latine, de Francia, calificaba a Vasconcelos de “apóstol”. Y ha sido llamado “maestro de las juventudes de América”. Pero, ¿apóstol y maestro de qué?: ¿De racismo?

Salvo saludables ejemplos aislados, es notable la ausencia de condena o cuestionamiento a su doctrina racista.

Uno de sus más destacados críticos fue el muralista mexicano y militante comunista David Alfaro Siqueiros. Por su parte, Editorial Porrúa, que publicó La Raza Cósmica, califica a Vasconcelos como “egregio mexicano”, aunque también dice que “acabó haciendo paladina profesión de fe católica, sin ruborizarse por sus coincidencias con algún régimen totalitario”.

Fue Vasconcelos quien acuñó el lema “por mi raza hablará el espíritu” que la Universidad Nacional Autónoma de México ostenta hoy, sin que aparentemente sus implicaciones sean mayormente puestas en tela de juicio.

Luego de que los nazis asesinaran a millones de seres “inferiores”, hicieran jabón con su gordura, pantallas de veladoras con su piel y cremaran sus cuerpos en hornos, Vasconcelos repudió todo lo que hubiese escrito que fuera contra de la fe católica y, según una versión, “aclaró” que en realidad lo que había querido decir es: “por mi raza hablará el Espíritu Santo”.

http://www.proceso.com.mx/columna.html?col=13&nta=54799&ncol=Reporte

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin duda es genial lo que pensaba este hombre. Vasconcelos es quien en América mejor asimiló la filosofía alemana. Ojalá la cultura latina se reivindique y lo indígena, de no valer la pena, se extinga.

Anónimo dijo...

Tengo la fortuna de vivir en el Caribe Mexicano, lo único que aqui sobra son "mosquitos" que se reproducen sin control y en detrimento de la sociedad.

Juan M. Saldívar C. dijo...

Anónimo 1: Por lo que mencionas, compartes el racismo de Vasconcelos, lo cual respeto, por supuesto, pero no comparto. No se a cuál filosofía alemana te refieres como la que asimiló Vasconcelos, ¿será la del nacional-socialismo (fascismo)? porque es sabido que Vasconcelos fue pronazi.
Anónimo 2: te recomiendo conseguir repelente de mosquitos... saludos

Anónimo dijo...

Por Filosofía Alemana se entiende a Oswald Spengler y su obra La Decadencia de Occidente.