miércoles, 30 de julio de 2008

Variedades del principio de exclusión

Carlos Monsivais
El Universal
27 de julio de 2008

¿Qué es incluir y qué es excluir? Si tú no lo sabes, nunca has sido excluido, podría ser la reflexión inmediata. Ejemplo: las decisiones sobre temas urgentes, problemas catastróficos, modos de la calidad de vida, se toman por la clase gobernante, si acaso 1% de la población, o mucho menos, como se ve ahora con la reforma energética.

Si concedemos, por puro afán retórico, que las decisiones que favorecen y auspician la privatización de Pemex (¡no!, me retracto de inmediato, ya sé que no es privatización, sino gestos de buena voluntad de dos partidos probos a las petroleras del mundo y a los inversionistas nacionales) son tomadas en el país, las toman unos cuantos, los mismos empeñados en difamar a la oposición porque, es obvio, no quiere el bien de México.

Internacionalmente, inclusión y exclusión se han añadido al conjunto reducido y primordial de las palabras clave. La derecha no les encuentra utilidad, tal vez porque no considera la existencia de excluidos, sino la presencia difusa de los jamás dignos de inclusión. La izquierda partidaria, que sí los toma en cuenta, sólo en unos cuantos temas ha logrado precisar su búsqueda de las inclusiones.

En esa materia lo principal depende de los criterios de raza y clase. Por definición, indígenas y pobres jamás son incluibles: sujetos de consideración, titulares de derechos y gozadores de la falta de obligaciones. Ahora la novedad es el declive de sectores muy amplios de clase media que gozaban de la franquicia, la apariencia modesta de inclusión, y que de un tiempo para acá conocen las frustraciones.

Si tú quieres, puedes revisar las publicaciones de sociales con la ilusión de añadirte a la élite por contagio óptico. (Antes, usaba el usted, pero me di cuenta que esa táctica respetuosa empolvaba mi origen.) Y el impacto es radical: si no naciste dentro, te será casi imposible entrar. ¿Y para qué querrías meterte si nadie te conoce, no sabes de los ritos de confirmación (fiestas, cocteles, celebraciones del fin del bachillerato en lugares exclusivos con video a cargo de los que ya terminan una etapa de su vida, tan gloriosa como las siguientes), carecerás del ritmo vital, caminarás como si no fueras en dirección al aeropuerto, no sonreirás como en pose de grupo cuando estés solo? Recuérdalo y recuérdaselo a los que aún creen en la autoayuda: los apellidos, si se les sabe hacer crecer en consejos de administración y bodas para multitudes selectas, se vuelven dinastías y éstas ocupan los lugares centrales de la inclusión. ¿Para qué quieres hacerla si vas a ser el primer triunfador de tu familia? ¿Qué caso tiene esforzarse por llegar cuando tienes las maneras del niño detenido frente al escaparate del restaurante de lujo el día de Navidad?

* * *

A un incluido desde siempre no se le nota el deseo de figurar sino el desprecio por los que quieren figurar por su propio esfuerzo. A lo mejor lo que digo suena a rencor social y sería lo último que me gustaría, porque si dejo ver el rencor social comprometo mi gana de incluirme. Esto podría sonar cínico si no fuera tan póstumo. Los ya no incluidos podrán acumular méritos o deméritos pero les falta lo que es ahora central, ese aspecto victorioso que viene de las fotografías de grupo desde niños, que se afina en los Halloweens y los garden parties, que convierte a los DJ’s en los antologadores del sonido vital, que no desperdicia la oportunidad de viajar para llegar por fin a la patria bienamada, esa que sólo se manifiesta cuando el contexto no deprime y, oh, diosa fortuna, cuando uno y una saben que la selección de las especies inicia en las reuniones donde la misma clase se felicita por la ausencia de intrusos.

Se unifican la apariencia y el vestuario (todos los chinos y todos los burgueses son iguales); se diversifican los sitios de veraneo, se simplifica el habla, se redondea la sonrisa, una sonrisa como lejanía en la cúspide, el sello de garantía de los que no necesitaron de trámites para verse incluidos.



http://www.eluniversal.com.mx/editoriales/41072.html




miércoles, 9 de julio de 2008

Preocupa a la CDHDF racismo hacia extranjeros

Organización Editorial Mexicana
6 de julio de 2008

Redacción / El Sol de México

Ciudad de México.- El Presidente de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), Emilio Alvarez Icaza manifestó su preocupación porque sólo uno de cada cinco mexicanos admitiría que un extranjero resida en el país, lo que refleja discriminación hacia las y los refugiados.

En el Informe Latinobarómetro 2007, se indicó que el 20 por ciento admitiría que extranjeros de la misma raza vengan a vivir a México; 22 por ciento estaría de acuerdo en que personas de países pobres lo hicieran; y 15 por ciento no estaría de acuerdo en que vinieran extranjeros de distinta raza.

El ombudsman capitalino indicó que el reto para la sociedad es reconocer la pluralidad cultural del país, que se enriquece con la integración de personas expulsadas de sus países de origen.

Emilio Alvarez Icaza lamentó, sin embargo, que el flagelo de la discriminación aún dificulte su integración en la sociedad mexicana.

http://www.oem.com.mx/eloccidental/notas/n760207.htm

Matar a los pobres

Detrás de la Noticia
RICARDO ROCHA

Es por desgracia un deporte nacional. Tan sólo en los años recientes son numerosos los casos de matanzas contra mexicanos pobres: en junio de 1995, 17 campesinos fueron masacrados por la policía estatal de Guerrero en el vado de Aguas Blancas; dos años después, en Acteal, Chiapas, fueron asesinados 45 indígenas tzotziles entre niños, niñas, hombres y mujeres, siete de las cuales estaban embarazadas; de 2005 a la fecha están documentadas las ejecuciones de una decena de campesinos ecologistas y sus hijos menores, sobre todo en la sierra de Petatlán, en Guerrero; también perviven en el dolor de la memoria otras matanzas como las de El Charco y El Bosque en Chiapas o la de Agua Fría en Oaxaca.

Todas conllevan denominadores comunes: la brutalidad despiadada con que los asesinatos fueron cometidos; la injusticia o la justicia a medias en cada proceso; la eventual participación de agentes armados federales o estatales o, de plano, soldados. La misma violencia contra quienes han sido asesinados en retenes militares, que con las muertas de Juárez, las trabajadoras sexuales violadas en Castaños, Coahuila, o el infame caso de doña Ernestina Ascensio en Zongolica. Cierto, algunos de estos crímenes han provocado grandes escándalos en la opinión pública nacional. Sin embargo, hay una suerte de aceptación fatal de que es "natural" que ocurran estas cosas por los escenarios de miseria en que se producen. En pocas palabras: eso les pasa por ser pobres.

Así, estos hechos vergonzantes se dan en gobiernos de todo signo. Pero los olvidos llegan pronto. Y no se atienden jamás las causas profundas de estas desgracias. Por supuesto que la pobreza misma. Pero también dos mal enraizados sentimientos que solemos encubrir y disfrazar en este país: una profunda discriminación hacia los pobres y un feroz racismo hacia los indígenas. Por ello, ha resultado "natural" el desastre minero en el que 65 trabajadores quedaron sepultados para siempre por toneladas de roca y tierra, pero también por la negligencia y rapacidad de Minera México, que cuenta con todo el apoyo de las autoridades federales. Igualmente fue "normal" el aplastamiento de los de Atenco en 2006, que incluyó macanizas despiadadas, violaciones y vejaciones tumultuarias y hasta la muerte de un niño de 14 años.

En contraste, nos enteramos hace poco del operativo quirúrgico que hubo en Bandasha. Una discoteca para gente bien situada en Bosques de las Lomas sobre la que había denuncias de venta de alcohol y drogas a adolescentes. En lo que más parece una crónica de sociales se describe la llegada puntual de un centenar de agentes vestidos pulcramente de civil y equipo médico, que se apersonaron con todo comedimiento para detener muy amablemente a meseros y barmans acusados de corrupción de menores. El propio boletín oficial no tiene desperdicio: "Con estricto apoyo a los derechos fundamentales de los clientes, los servidores públicos que llevaron a cabo el operativo los conminaron a abandonar la discoteca a todos aquellos que acreditaran su personalidad con una credencial de identificación".

Me queda claro que los policías y soldados están entrenados para golpear y matar. Ahora incluso nos enteramos de que en el municipio panista de León los entrenan también para torturar. Lo que no sé es si los preparan para ser cuidadosos y amables con los ricos y güeritos, y todo lo salvajes que quieran con los prietos y pobres, como ellos, por cierto.

Lo que es indiscutible es que Bandasha no fue lo mismo que New's Divine

http://www.noticias-oax.com.mx/index.php?option=com_content&task=view&id=4673&Itemid=39