lunes, 21 de septiembre de 2015

ENTREVISTA | Es molesto el racismo de la televisión mexicana, dice la actriz Iazua Larios

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Una actriz distinta, una artista completa. Foto: Cortesía Alejandro Cárdenas
Una actriz distinta, una artista completa. Foto: Cortesía Alejandro Cárdenas
Ciudad de México, 21 de septiembre (SinEmbargo).- Se llama Iazua Larios y es una de las actrices más bellas y talentosas de la nueva camada mexicana. Sin embargo, sus rasgos aindiados y su falta de “contactos” en la televisión y el cine de nuestro país la conminaron a recorrer un camino distinto, peculiar.
Estudió actuación en Barcelona y no para de trabajar, aun cuando esté todo el tiempo con la maleta en ristre, viajando entre Europa y México para participar en audiciones y tomar papeles interesantes para su manera de entender un oficio complejo y siempre enriquecedor como el suyo.
En el cine, participó en Apocalypto (2006), Espiral (2008) y La última película (2013), entre otras y en la Televisión Española hizo el papel de La Malinche para serie Carlos Rey, Emperador, actualmente en pantalla.
Ahora filma en Croacia la serie alemana Winnetou, basada en los libros de Karl May (1842-1912), una especie de Emilio Salgari germano, gran representante de la literatura de aventuras en dicho país europeo.
Casada con el cineasta Alejandro Cárdenas, de quien conocimos su revelador documentalOasis sobre la homosexualidad y el Sida en la comunidad maya, Iazua Larios es el ejemplo de una voluntad inclaudicable para cumplir los propósitos esenciales de su existencia.
Tanto así que el reciente nacimiento del primer hijo de la pareja, Jonás, no le ha impedido tomar responsabilidades laborales de alta exigencia y aunque insiste en que el camino no ha sido fácil, ha valido la pena y sirve además para demostrar que se puede, cuando de ser feliz y pleno se trata.
Iazua nació en Tampico, Tamaulipas pero sólo vivió allí los primeros seis años de su vida. Luego la vida la llevó a Isla Mujeres, Mazatlán, Guanajuato…a los 18 años emigró a Barcelona, para estudiar actuación. En la última década se ha pasado viajando entre México y Europa.
Tiene 30 años y en entrevista con Sin Embargo confiesa lo mucho que le molesta el racismo de la pantalla mexicana, donde una mujer de sus características físicas está condenada a hacer de empleada de la limpieza.
La actriz regresa pronto a México para contar las historias que hace falta contar. Foto: Cortesía Alejandro Cárdenas
La actriz regresa pronto a México para contar las historias que hace falta contar. Foto: Cortesía Alejandro Cárdenas
–¿Cómo ha sido tu camino profesional?
–Bueno, ha sido un camino difícil, porque no he tenido la suerte de contar con ningún familiar, ningún contacto de inicio que me metiera en el ambiente artístico. He seguido un camino por mi cuenta y muchas veces se ha hecho cuesta arriba esto de ser actriz. Mientras estudiaba actuación en Barcelona, trabajé de camarera, lavando platos o inventándome algún trabajo alternativo. Estoy contenta porque como actriz tengo la sensación de que todo lo que he estado haciendo lo forjé con un interés genuino sobre este arte que aún hoy es un misterio para mí. No puedo definir muchas cosas todavía en torno a mi oficio y eso es en gran parte el atractivo que posee esta profesión. Continuamente hay que estar en estado de búsqueda. Nunca pude entrar en los circuitos convencionales ni de teatro ni de televisión en México, ya sea porque los grupos de teatro trabajan normalmente con las mismas personas durante años porque no es fácil coincidir en ideas y acciones, ya sea porque la televisión no me resulta interesante, puesto que los papeles que me ofrecen son los de muchacha de la limpieza. Algo que me frustra muchísimo es ver en la televisión mexicana como de forma de regular que las mujeres morenas como yo, que parecemos un poco más indígenas, tienen personajes del servicio. No hay mucha imaginación.
Iazua Larios como La Malinche en la serie de la TVE Carlos, Rey Emperador. Foto: TVE
Iazua Larios como La Malinche en la serie de la TVE Carlos, Rey Emperador. Foto: TVE
–Bueno, poca imaginación y mucho racismo, ¿no crees?
–Es una prueba clarísima de ese racismo que me molesta en gran manera y resulta sumamente ofensiva. Parece que las telenovelas vivieran en una nube fantasiosa, alejadas totalmente de nuestra realidad, nuestra sociedad. Somos el 90 por ciento de los mexicanos morenos y chaparritos, lamentablemente estamos representados en la televisión como las personas del servicio y eso resulta patético.
–El reciente modelo de una tienda departamental fue Gwyneth Paltrow. Vas a comprar allí y sales igualita a la ex novia de Brad Pitt…
–(risas) Sí, hay ahí una ansiedad de querer parecernos a los europeos, a los gringos, un retrato totalmente desconectado de su sociedad de origen.
–En la pantalla europea, sin embargo, has encontrado un lugar para defender el valor de la mujer indígena
–Justamente, tengo que decir que sí. En Europa los papeles que me han ofrecido han sido para reivindicar a las mujeres indias o indígenas y que han tenido una participación contundente en la historia. Recientemente hice un papel de La Malinche para la serie de la TVE Carlos, Rey Emperador. Además de representar un gran reto para encarnar a personaje que existió y que tanta relevancia tiene en la historia de México, fue suculento meterte en la piel de una mujer y pensar cómo habrían sido sus sentimientos y pensamientos en el 1500. Cómo habrá sido aquello de la llegada de los españoles que fueron considerados extraterrestres. Lo interesante que es la historia de La Malinche, a quien malamente creo que los mexicanos tratan de traidora, algo injusto para un personaje que hay que aprender desde sus propios ojos y en el contexto de su época.
Iazua y su niño Jonás, en una fotografía a cargo de su esposo, el cineasta Alejandro Cárdenas. Foto: Cortesía Alejandro Cárdenas
Iazua y su niño Jonás, en una fotografía a cargo de su esposo, el cineasta Alejandro Cárdenas. Foto: Cortesía Alejandro Cárdenas
–¿Y en el cine mexicano?
–Creo que hay muchos cineastas que quieren hablar de la mujer indígena y de la mujer mexicana en general en otros términos. Hice, por ejemplo, una película que se llama Espiral, de Jorge Pérez Solano, quien acaba de estrenar La tiricia. Hicimos esa película en un pueblito de Oaxaca, rodeados de montañas y fue para retratar la realidad de un lugar poblado por mujeres, donde los hombres se han ido a probar suerte en los Estados Unidos. Hay mujeres que viven esperando el regreso del hombre, otras se inclinan por un cambio y toman las riendas de su vida. Es un pueblo de mujeres, donde no se sabe si están mejor o peor sin los hombres. Había allí muchos casos de violencia intradoméstica, que es considerado algo cultural, muy arraigado en la comunidad. Hay tantas cosas pendientes por mirar en México, que por supuesto entre mis planes está volver a México e ir a dar voz a estas historias que hace falta contar. Ser una mujer indígena me da la oportunidad de meterme en esos recovecos.
–Las actrices también piensan…
–(risas) Sí, es muy discriminatorio ese cliché que dice que los actores no pensamos, pero felizmente somos un gremio muy preparado y la mayoría de nosotros está insertada en la realidad mexicana. El arte de la actuación requiere estar muy bien situado en la tierra.

http://www.sinembargo.mx/21-09-2015/1490754


jueves, 17 de septiembre de 2015

Jajajatl: ¿Es para reírse?

Yásnaya Aguilar | 28.08.2015

Hace unos meses, mi amigo Guillermo de León (léanlo aquí) me advirtió sobre un fenómeno que estaba sucediendo en redes sociales y que consiste en agregar una terminación –tl a ciertas palabras para que “suenen” como si fueran palabras del náhuatl. Una vez iniciada la exploración me encontré con verdaderas joyas, por ejemplo, el conmovedor “YOLOTL” que juega con YOLO, las inciales de “You Only Live Once” (que es algo así como el carpe diem de las redes sociales en el Siglo XXI) y la palabra yolotl (yollotl) que significa ‘corazón’ en varias de las lenguas nahuas. Además del genial “yolotl”, encontré otros usos como “jajajatl”, “fiestatl”… e incluso se agrega esta terminación –tl a frases usuales que provienen del inglés “I love youtl”, “Like a bosstl”, por ejemplo.
Este tipo de juegos lingüísticos son bastante comunes y surgen de la interacción de hablantes de lenguas distintas. Siempre me ha causado curiosidad saber cuáles son los mecanismos que se activan para seleccionar los patrones relevantes a aplicar a tu propia lengua para que “suene” como otra lengua. Para dar la impresión de que hablan francés, los hispanohablantes mexicanos sustituyen los artículos por “le” y asigan un acento agudo a las palabras: le perré, en lugar de “el perro” o le niñé en lugar de “el niño”. Para hacer lo propio con ruso, generalmente se agrega la terminación –ozky a las palabras del castellano: casozky para “casa” o mermeladozky para “mermelada”. El historiador Sebastian van Doesburg me contaba de la manera en la que los hablantes de holandés agregan la terminación –os para dar el efecto de “hablar en español”. Para hacer estos juegos e inferencias se necesita desde luego cierta interacción. ¿Quién en español podría hacer un juego semejante para la lengua swahili? ¿Qué terminación sería la necesaria para dar la impresión de estar hablando swahili en español? No podríamos establecerlo pues la interacción con hablantes de esta lengua africana no existe debido a la lejanía. En mixe, por ejemplo, utilizo la terminación –o para dar el efecto de estar hablando en español: wo’ojko en lugar de “wo’ojk” (‘peine’). Utilizo, por otro lado, la terminación –ach (atsy) para dar la impresión de estar hablando mixe de la zona media: wo’ojk’atsy en lugar de “wo’ojk”.
Hasta aquí el uso de la terminación –tl pareciera estar inscrito en este fenómeno derivado del contacto entre lenguas y las impresiones que tenemos sobre ciertas características de ellas que nos sirven para hacer juegos de palabras en nuestros propios idiomas. Sin embargo, el fenómeno no es tan simple como parece, el primer punto extraño con el uso de terminación –tl es que no sólo se utiliza en contextos para que el español suene como náhutl sino para que suene a “indígena”, como si las lenguas indígenas fueran un todo homogéneo. En este caso resulta sintomático pues no se trata de lenguas lejanas sino lenguas que han convivido durante siglos con el castellano. Las imágenes que en memes acompañan a estas frases con terminación –tl son de personas que pertenecen a pueblos indígenas muy distintos entre sí. ¿Por qué la terminación –tl acompaña a una imagen de Rigoberta Menchú hablante de una lengua de la familia maya? La familia maya es totalmente distinta de la familia yutonahua a la que pertenecen las lenguas nahuas.
Después de siglos de coexistencia, los usuarios de estos memes parecen no comprender las profundas diferencias lingüísticas entre mixteco, tarahumara, tsotsil y náhuatl. Equivaldría a utilizar la terminación –ozky para el ruso y el japonés por igual sólo porque son lenguas no americanas. Impensable en ese caso pero predecible para las lenguas que llamamos indígenas y que lo único que tienen en común es que se hablaban aquí antes de que llegara Cortés. Llevando más lejos aún esta idea, el náhuatl no es un sistema lingüístico único, se trata, según algunos especialistas, de más de 15 lenguas ininteligibles entre sí. No todas las lenguas nahuas utilizan el fonema /tl/, así que esa terminación se relacionaría sólo con un subconjunto de las lenguas nahuas.
Con todo y todo pareciera sólo un asunto de ignorancia, grave, pero sólo ignorancia. El asunto va más allá, ¿cuáles son los criterios de elección para elegir las imágenes que acompañan estas frases? Algunas de estas imágenes fueron elegidas porque las personas utilizan una vestimenta distinta al traje típico occidental, pero otras no. Pregunto de nuevo, ¿cómo saben que alguien pertenece a un pueblo indígena y por lo tanto su imagen es elegible para acompañar a la frase terminada en -tl? ¿Qué podríamos decir sobre el color de piel? Si no es la vestimenta, entonces ¿qué esta operando tras la elección de las imágenes de los memes? Me parece evidente que la construcción de los memes –tl es racista. Racializa lo indígena y le asigna ciertas características. Trata lo indígena como raza y no como una categoría política en un contexto de colonización, categoriza lo indígena como raza inferior y homogéna. Por el mero hecho de habitar este territorio antes de la llegada de Hernán Cortés, todos los indígenas constituímos en estos memes una sola raza con un determinado color de piel que habla además una misma lengua: el náhuatl. Además, una raza inferior, como se deduce de los comentarios que acompañan estos memes. El uso mismo de la terminación –tl pasa de ser sólo un juego de palabras más y termina siendo, en estos memes, una clara manifestación de racismo.
Los juegos de palabras con estas terminaciones puede ser sólo eso, un juego de palabras consecuencia de la interacción entre varias lenguas pero se inscriben siempre en los prejuicios y la relación entre las comunidades de hablantes. No falta quien usa la terminación –ozky del ruso para, en ciertos contextos de uso, caracterizarlos como un pueblo mafioso y violento. No siempre, pero sucede. El juego en sí mismo no es el problema sino el contexto en el que se inscribe y se usa.
En un mundo ideal, los hablantes de español, para hacer estos juegos de palabras, utilizarían un terminación para cierta variante del náhuatl, otra para el mixe, otra para el maya y otras por cada una de las lenguas que se hablan en el país. Pero no, no se trata sólo de un juego de palabras en un contexto como el actual. Por lo pronto, aventuro que pueden utilizar la terminación –at para que sus palabras en español suenen a mixe de Ayutla, mi lengua materna.
Uno de lo usos más lamentables de este meme es el siguiente que retoma una imagen de mujeres ixilies en el juicio contra el dictador guatemalteco Efraín Ríos Montt, mujeres que estaban dando testimonio de las terribles masacres, torturas y violaciones que el ejército Guatemalteco ejecutó en contra del pueblo ixil. Se trata de un acto extraordinario de valentía y de dignidad que terminó en un meme acompañado de la frase: Ta’ buena esta cumbiatl. Así de lamentable.
http://www.estepais.com/articulo.php?id=216&t=jajajatl-nbsp-nbspes-para-reirse